jueves, 11 de abril de 2024


VIAJERO SILENTE  -  PARTE 4

VENECIA


Una hora y treinta minutos y ya estamos aterrizando en Venecia. La he visto, tantas veces, en películas, revistas, fotos que la siento muy cercana. Bajamos con la alegría pintada en nuestras caras hasta que esa sonrisa se fue desvaneciendo una vez que estuvimos fuera del aeropuerto “Marco Polo”. Venecia está conectada con la parte continental itálica por medio del puente de la Libertad de casi cuatro km es el tramo final de la carretera estatal; es decir, que a ambos lados está el mar. Los taxis no son tan grandes, somos cinco con cinco maletas (sin contar bolsos y mochila), hicimos la fila junto a otros turistas que están esperando igual que nosotros. Casi, no hay taxis, parece que van hacia el centro y dan vuelta al aeropuerto. Es cerca de la medianoche y la inquietud comienza a ganarnos, estamos a la mitad de la fila hasta que llega nuestro turno. Por suerte, el conductor es bastante amable y ve la manera de acomodar el equipaje y partimos. El servicio nos deja en la plaza Roma bajamos las cosas, se ve poca gente por los alrededores. Ubicamos la dirección del hotel con el celular y nos señala que tenemos que cruzar el puente de la Constitución, de corte minimalista en forma de arco, con muchas gradas y con casi cien m de extensión por los que tenemos que ir jalando las maletas. No fue fácil ni agradable, sobre todo, por la hora y el esfuerzo. Cruzado el Canal Grande ya estamos en Venecia centro con sus 118 islas. Caminamos por el malecón, a un lado está la estación de trenes “Santa Lucía”. En eso, pasa una sombra obscura con rapidez, me hice el loco para no generar más ansiedad de la que había por la hora, las incomodidades y la poca presencia de gente. Pero, Morgana la había visto-

¡Una rata! No termina de exclamar cuando pasan otras dos que se meten debajo del muelle. Nelia le tiene pavor a los múridos, esta vez, tuvo que guardar su temor y trató de tranquilizar a Morgana.

Son las Ratatouille que han salido a hacer sus compras Morgana había repetido la experiencia de ver, hace un par de días, a Ratatouille en 4D en Disney París. Seguro que no le creyó a su “Bubu” pero, se distrajo. La calle se va estrechando y algunas luces parpadean el latir de Venecia. Ya registrados, con cerca de la una de la mañana, solo, queda ir a descansar con las ventanas bien aseguradas.

Nos levantamos temprano Nelia y yo, después de desayunar fuimos a caminar y aprovechar los primeros rayos de sol que fueron desvelando una infinidad de cuadros con los colores que da el tiempo y la creatividad que marcan míticas épocas. Iniciamos un sublime y encandilador romance con los estrechos y misteriosos pasajes que nos miran tras sus curiosas ventanas adornadas con pequeños balcones vestidos de flores que contemplan el eterno pasar de los paseantes que comienzan su día a día. Bares y restaurantes con llamativos y caseros manteles en típicas mesas, atractivos toneles y sillas en las calles venecianas se hacen irresistibles para probar vino, pan y queso. Con Fiore, Vanni y Morgana somos parte de serpenteantes ríos de turistas y comerciantes de esta Venecia que se construyó sobre el atolón que era parte del archipiélago de centenar de islas que están unidas por 450 puentes, imagino el enorme de reto de su construcción hace más de 1, 600 años (Cuando Venecia era parte del Imperio Romano de Oriente - Siglo V), desde esa época el incesante comercio no cesa. Paseamos entre máscaras que ocultan la grandeza y glamur de las ricas familias que dominaron el comercio en ultramar. Voces en varios idiomas danzan en el aire, le dan una fastuosidad que es regiamente envolvente. La Plaza San Marcos es fascinante, amplia y bucólica. La cantidad de negocios y transacciones que debieron darse entre acuciosos comerciantes que traían especias del oriente y los mercaderes de varias partes del mundo armando convoyes conocidos como “la mude”.

Cuidado con el adorno que es de murano es el grito de mi mamá, se refería a su querido florero de intensos colores violetas y rojos y temía que con mi pelota de jebe la vaya a tumbar, lo miré de reojo y no le hice caso. Nunca había imaginado que estas artísticas piezas de cristal provenían de la isla Murano (una de las islas de Venecia) y hoy estoy admirando preciosos adornos que al contemplarlos te capturan y transportan a inquietantes lugares.

Cruzamos puentes de varios tamaños van enhebrando la trama de muchas historias, hasta que la figura de gondolero, los canales, las góndolas y el mar nos atrapa. Habíamos acariciado el sueño era ser parte del reflejo de este sol sobre el mar Adriático nos dejamos llevar, lánguidamente, por el suave rumor del remo del gondolero, miramos en retrospectiva y vemos como nuestras pasiones van dejando una estela en este encantador lugar.

Un ¡Gracias a la vida! Fue sentarnos a almorzar a la vera de unos de los canales de Venecia, la familia junta tomando un Pinot es una bendición que nos ofrenda Dios. Hay una tranquilidad diferente, mientras brindamos y el tierno pan nos regala un crujiente placer como antesala de las pasta y mariscos que se aproximan, miro al cielo y me digo

Algo bueno habré hecho para merecer este momento o tengo que hacer mejor las cosas para ser merecedor de tantos momentos de clara paz, de tener esta alegría diferente y conocida a la vez que me arruga el alma.

De lo que estoy seguro es que, ya no será “Venecia sin ti”.  

 



miércoles, 10 de enero de 2024

VIAJERO SILENTE - PARTE III - PARÍS

Hemos tomado el tren de Londres hacia el aeropuerto, caminar con cinco maletas, bolsos de manos y mochila no es muy fácil, pero, ya hemos adquirido práctica; así que, las maletas las ponemos en los estantes de los vagones y voy cuidando que no se resbalen o las tomen otros. Con los apuros de siempre, caminamos rápido para ubicar el counter de la línea para dejar el equipaje. Son largos corredores, pulcros, llamativos y de trecho en trecho con largas fajas para dar alivio al pasajero; todo nos ponemos pegados al lado derecho, uno detrás del otro (es algo que aprendí en el metro de UK) esto es, para que el que esté apurado pueda pasar sin empujar y sin retardo. Todo en inglés trato de memorizar el nombre de la línea aérea, mis hijas buscan una aplicación saber en qué t

erminal y número está el mostrador de la línea, solo, me queda esperar las indicaciones (tampoco tengo internet, mi Roaming no está activo para Europa, el plan de pago que tengo no lo cubre). Una más, para aprender. Ubicado el mostrador hacemos la sinuosa cola para entregar equipaje y documentos. Listo, ahora, a esperar la pantalla que nos indique la sala para abordar. Estamos mirando atentos, como si viéramos una carrera de caballos y las apuestas suben y bajan, hasta que apareció el número de vuelo y la sala. A caminar rápido de nuevo. Nos contamos y ya estamos los cinco sentados en el avión que parte a la hora, son las 21:05 h (pienso, en Perú son las 14:05 y papá debe de haber terminado de almorzar y está por hacer su siesta).
El avión planea sobre la encendida ciudad, en eso, una figura más que conocida “jala” toda mi atención es la Torre Eiffel. ¡Sí! La Torre Eiffel y la tengo debajo de mí, parece mentira. El aterrizaje es corto, pero, con excelente maniobrabilidad. El aire es el mismo, pero, es París. Incontables imágenes llenas de historias leídas en libros, vistas en películas y narradas por otros viajeros se adueñan de mi mente. Llegamos al hotel cerca de la medianoche, no hay atención de la cafetería. Preguntamos por algún lugar dónde comer o comprar, nos dan la dirección a unas cinco cuadras. Caminando juntos como un racimo de uvas damos nuestros primeros pasos en las calles parisinas. Hay gente en las calles que van ocupadas en lo suyo, no nos prestan mayor atención, eso, nos da tranquilidad. Ya en el autoservicio compramos pan, queso, jamón y agua mañana nos espera una grata jornada tenemos listos los tiques para subir a la Torre Eiffel.
Bajamos apresurados del metro y comenzamos a caminar rápido para no llegar atrasados. Al girar una de las esquinas vemos la imponente estructura metálica de la Torre Eiffel, la sentimos cálida, realmente, es una conocida que se torna amigable conforme nos acercamos. Cruzamos el Sena El sol luce espléndido y dibuja las sombras de cientos de personas que en perfecta formación de sierpe hacen fila para llegar al ascensor que nos subirá a la Torre. Primera sorpresa, el ascensor, solo, sube la primera planta nos quedan 347 escalones para llegar a la 2da planta. Morgana comienza a subir, rápidamente, con el ímpetu de sus casi seis años. Vamos tras ella y a su velocidad. Aprovechamos los descansos que tiene la escalera para admirar la preciosidad que es París y respirar. Morgana nos lleva a una velocidad que no queríamos, ni modo, hay que ir tras ella. Segunda planta con el aire que se nos escapa volvemos al ascensor y de allí, hasta la punta. ¡Que decirles! ¡Fabuloso! La imagen de Eiffel y su sueño se hace nuestro y pienso en los míos. Seguiré tras ellos, ahora, con más anhelo y decisión. Soñar en París todo se hace posible. La vista desde sus 330 m de altura es apoteósica, ver el diagrama de sus calmas calles y monumentos llenos de vida es un placer.
Descendemos con la alegría de ser parte de la historia, nuestra historia. Falta poco para la una de la tarde y nos espera Elqui y la dulce Françoise para almorzar. Un salmón en salsa ratatouille, preparada por el hombre que hace cincuenta años con su mochila en la espalda, maleta de cartón en una mano y su máquina de escribir en la otra se embarcó desde México para desarrollar su propia epopeya. Fue un almuerzo parisino rociado con un amable vino rosado y un soberbio dulce, la conversación fue derivando sobre el viejo Pacasmayo, aceptamos todas las exquisiteces y quedamos muy agradecidos por la fina amabilidad de François.
Elqui nos había ofrecido dar una vueltecita por el centro de la ciudad, así que, veríamos la Ciudad Luz a través de los ojos de aquél que vino como ave migratoria desde otro continente y que conoce la experiencia de la creatividad marginalidad y que, luego, fue adueñándose de un espacio y con la nueva lengua fortalecer su esencia y continuar con su autoconstrucción.
Nuestro primer punto fue el anfiteatro galo-romano la arena Lutecia (se escuchan las espadas de los gladiadores) pasamos por la rue donde vivió una época Ernest Hemingway en una de esas callecitas que tienen sabor a tiempo ido. Atrapados por la arquitectura parisina nuestros ojos tratan de captar el mínimo detalle. Elqui nos dice que estamos en la zona conocida como Barrio Latino (Quartier Latin) inmediatamente pensé que aquí vivían muchos latinoamericanos, menos mal que solo lo pensé. Elqui explica que esta zona tiene una rica tradición cultural y académica que proviene desde la Edad Media y el Renacimiento, porque, la enseñanza y educación superior se daba en latín, las instituciones académicas se establecieron en esta zona y fue punto de encuentro de académicos, profesores, estudiantes que hablaban latín. Ingresamos a la iglesia Saint-Étienne-du-Mont, una auténtica joya arquitectónica,
aquí están los restos de Blas Pascal. Transitamos por el Pantheón (Muchos
personajes franceses ilustres como Voltaire, Rosseau, Víctor Hugo, Maria Curie descansan en este impactante edificio neoclásico) Llenos de figuras y reseñas históricas sentimos que nos tocaba un rayito de luminosidad de esta ciudad donde se han dado trascendentales hechos históricos. Me quedé un momento contemplando la Facultad de Derecho de La Sorbona (Henry se hubiera quedado a estudiar). Seguimos por las calles de París y en cada recodo los cafés reclaman nuestra presencia. Elqui sigue avanzando con esa mirada que da la templanza de estar sumergido en esa continua lucha de vencer los espejismos y esa soledad que tienen las arenas de los médanos de Pacasmayo. Llegamos al bucólico Jardín de Luxemburgo, realmente, es un inmenso bosque con una serena laguna y perezosas que llaman a nirvana entre el verde que lo rodea. La gente camina plácidamente sin apremios ni apuro; el rumor de una fuente nos embelesa y es todo un espectáculo ver a la gente sentada en sus sillas alrededor de la fuente de Médicis para contemplar la belleza de las esculturas. Seguimos avanzando, mientras, el fabuloso Teatro Odeón nos hace un guiño. Ya estamos por la rue Crebillon llena de tienda de libros, antigüedades, sastrerías y más cafés. Ya por rue Tournon pasamos por llamativas galerías de arte. En la rue Saint Sulpice está la iglesia San Sulpicio (S. XVIII) las misas las realiza el arzobispo de París desde el incendio de Notre Dame. Y ¿el café? Para cuando, Morgana está que ubica todas heladerías que ve a su paso y sus ojitos reclaman ese disfrute de paladear el frío dulce. Hemos llegado a la Iglesia St. Germain-des-prés que está en plena remodelación. A un costado está el busto de Guillaume Apollinaire (caligramas) hecho por su amigo Picasso. Nos escabullimos por un costado y con el miedo que nos boten o llamen la atención ingresamos a la nave principal el golpe de colores, formas, luz, pinturas y estructuras fue maravilloso. Un breve reposo en las sillas de madera y esterilla se hace inevitable.
Incontables plazuelas adornadas por mesas con felices ocupantes, atractivas luces y aromas nos seducen. Primero el helado para Morgana, unas cervecitas y Cica colas en una bulliciosa esquina que deja sentir nuestros suspiros con la notable belleza admirada y extasiados por ser parte de lo que es historia en el mundo, no puedo olvidarme de que estoy en la Ciudad Luz. Repuestos iniciamos el final del recorrido entre tabaquerías, más cafés, motos, bicicletas; pero, todo es solaz, no hay angustia una tranquilidad que va en consonancia con el equilibrado color y formas que tiene París. Uno siente que las calles están hechas para uno. La fuente de Saint Michel nos roba parte de nuestras últimas admiraciones ¡Qué portento, qué belleza!
Ahora, a cruzar el Sena rumbo a Notre Dame, está en reconstrucción, por lo tanto, no se puede ingresar. Solo, nos queda admirar lo fastuoso de su fachada y la impresionante ingeniera de reconstrucción que están haciendo. Las miradas de las gárgolas son penetrantes y no pestañean. Regresamos al Sena por otro puente y bajamos por unas amplias escaleras a lo que vendría a ser el malecón y, allí, al lado, se desplaza perezoso el Sena. A las orillas hay personas que se reúnen de dos, tres y más para comer un bocata y su cerveza. También, hay personas junto a su soledad y vaya que la disfrutan al máximo. Conforme avanzamos los pasos de Elqui y los míos comienzan a tener el mismo compás y la conversación va derivando hacia ribetes que pulsan los mismos acordes, el puerto de Pacasmayo, la playa, el muelle, otro malecón; pero, lo que sí es igual en este momento es el infantil palpitar de la infancia que rompe espejismos y navega por el Sena junto a las nuevas pulsaciones que vendrán en el próximo recorrido de nuestras vidas. Vamos con el ritmo de un ligero atardecer que se refugia en el terso rumor del Sena. Nos vamos perdiendo en el sendero del paisaje para encontrarnos en el camino de la conversación.
La noche abraza a París que se llena de muchos puntitos brillosos un acordeón comienza a tejer la noche del lugar que alguna vez fue de los galos parisii.
Mañana Morgana tendrá una inmensa sorpresa por su próximo cumpleaños iremos a Disney y para cerrar el periplo tenemos una cita en el Louvre y nos despediremos visitando, nuevamente, a la cariñosa y elegante Torre Eiffel.
París en la dulce nostalgia de Elqui Burgoses la finura de un crossaint que reclama a un pan dulce serrano con miel y quesillo.

El avión parte de París, pero, París nunca se va de uno. 

lunes, 25 de diciembre de 2023

SUEÑOS DE SEDA





Mirada prisionera
acaricia seda prohibida.

Ojos seducidos
son náufragos perdidos 
en velamen de refinado vestido
mordaz ríe por ser él
quien acaricia piel deseada.

Un brindis pronunciado
opaca pasión irrestricta.
Prohibida señal
mece viento con perfume de orquídeas 
vuelan sonrisas en compás indiscreto.

Profanos requiebros en sutil melodía
un encarnado palpitar refleja cenit extraviado.
Un suspiro demanda por un instante 
puede ser un último hoy.

Vorágine nocturna perdida en distinguido escote
es portal turgente de suaves colinas 
son llamaradas en volcánico abismo.

Un sorbo eterno 
grita la caricia consentida
vibran yemas en piel ajena 
incendio de quimeras pasiones.
Abrazo de suspiros reconocidos
acercamiento prohibido
juegan alas de mariposa en flama encendida.

Cristal de perlas 
muerde ilusión en copa risueña.
Rubí encendido 
perdido por no sentir.

¿Emoción pasada?

Entelequias consentidas
solo queda 
soberbio desliz en caricia de prohibida seda.

Yacerá en tu lecho mi peregrina ilusión
no podrás detenerme.
Capricho consentido es brevedad de contenida exhalación
es más verdad 
que lo negado.
No serás mía
en un tuyo perdido
queda un huérfano cielo
no hay más.




 

lunes, 18 de diciembre de 2023

VIAJERO SILENTE - PARTE II

 ********** EL VIAJERO SILENTE - PARTE II - LIVERPOOL  ******

Es verano del 65 y el calor de esa tarde nos baña sin pausa con un sol que ha tomado posesión del valle Tambo, Cocachacra está que arde. Sumergidos en la acequia turbia junto a mis amiguitos damos incansables zambullidas, formamos dispersas a ondas con cada brazada, junto a otras que llegan de un radio de onda corta es "I should have known better" de los Beatles (en esa época no sabía que significaba, la canción qu

e me ha enseñado mi amiguito Juan Carlos). Ahora, en el futuro del pasado de mi infancia o ¿en el pasado de mi futuro? Estoy en un viaje inmersivo, hemos llegado a Liverpool, el nombre me parece esos enormes titulares que salen en la pantalla del cine y me llenan toda mi visión mental. El viaje en tren desde Londres ha sido limpio, aséptico, tan veloz que ni se siente (250 km/h) hubo buen tino en escoger al hotel Astors en la zona de Belgravia, está cerca de una de las estaciones del metro y del tren (Estación Victoria, caminando uno llega al Palacio Buckingham), cruzamos grandes campos verdes, todo ordenado. Liverpool es una ciudad que tiene otro "swing" el andar de la gente tiene otro pulso y sus conversaciones son más alegres, animadas y dinámicas. Claro, como ahora voy en silencio escucho mejor; más aún, con la recomendación que nos hizo Morgana cuando, apenas, teníamos algunas horas en Londres, se dio cuenta de que todos hablan en inglés al escucharnos conversar levantó su manito pidiendo atención.
-¡Stop!
-No, Spanish.
Alguna vez (bueno, varias), me dijeron que no sea tan callejero ya que siempre buscaba una excusa para salir a la calle; esta vez, sonrío al recordar ese episodio y voy callejeando las calles de Liverpool que tienen un compás musical que driblea el tiempo y el fútbol (Liverpool FC, Everton) que es parte de su esencia. Sopeso las posibilidades de que alguno de los Beatles haya estado caminando por estas mismas calles y pienso que sí (al final, uno cree lo que quiere). Hemos llegado al lugar donde vamos a iniciar el tour en uno de esos buses de dos pisos que están estacionados en Strand St en un lado del malecón del río Darsey. Aquí, las emociones se juntan y llenan los asientos del bus que va a hacer un circuito de unas dos horas. Pasamos cerca del Hilton hotel, el St. George Hall es imponente, se usa como salas de teatro, reuniones y dependencias jurídicas. La Liverpool Philarmonic sede de la orquesta Filarmónica del Reino Unido, la Catedral de Liverpool; todos con singulares atractivos. De pronto llegamos a una rotonda y el guía nos señala una barbería “Tony Slavin” en la calle Smithdown nos dice con voz profunda:
―Aquí, se cortaban el cabello los Beatles cuando eran jóvenes. ―Todos miraron con más atención y muchos recordamos nuestros propios cortes de cabello en el peluquero del barrio. El guía es muy ameno y nos dice que estamos por llegar a la calle Penny Lane y que podremos bajar para tomarnos una foto. Descendemos con los corazones acompasados, esperamos nuestro turno para tomar las vistas históricas para la familia y comenzamos a retornar, en eso, la vocecita de Morgana.
―¿Hemos bajado, solo, para eso? ―Bueno, aún, debo seguir explicándole algunas cosas sobra la banda sonora de la vida de su “abu”.
Llegamos a Strawwberry Field y hay rejas que cuentan muchas historias. En el camino nos permiten tomar fotos de las casas de John, Paul y Ringo. Las casas se conservan, tal cual, desde décadas atrás; esto, porque, la arquitectura es muy similar y tienen un periódico y obligado mantenimiento que deben hacer los propietarios. Estando por concluir el tour, el guía se pone a cantar dos melodías de los Beatles con su ukelele nos llena de nostalgia y hace que su voz, cada vez, se parezca a ellos.
Terminada la travesía, a almorzar y de allí, al barrio de Cavern Quartier para llegar a Mathew St N°10 donde está the Cavern Club. Después, de pagar las entradas fuimos bajando las obscuras escaleras. Antes, esto fue una bodega, luego, su propietario lo convirtió en una taberna para imitar los bares subterráneos con música jazz franceses. Con varios arcos, techos bajos, todos de ladrillo fuimos siendo captados por el magnetismo Beatle. The Cavern es la versión reconstruida con parte de los miles de ladrillos de la original que fue derruida, se ubica en el mismo lugar (ocupa el 70%) que la primera y se ha respetado, escrupulosamente, la misma distribución. Aquí, tocaron antes de su destrucción bandas como Rolling Stone, Queen, Elton John, the Who, etc. Después, de su reconstrucción han hecho su intervención importante músicos de categoría mundial. Terminamos de bajar las escaleras y parece que estuviéramos en una especie de catacumbas, pero, aquí, hay mucha vibración musical y alegría en la gran cantidad de personas que están sentados en mesas tomando sus cervezas, fotos en los murales y en cada rincón de la caverna. En ese momento en el estrado está Craig L W, un joven desgarbado, alto, con el pelo sobre la frente y cuando comienza a cantar hace que imaginemos a un John en sus inicios, realmente, estás inmerso en la música. Miro a Nelia, a mis hijas y a Morgana y creo que por un momento están capturadas por los acordes que rebotan simétricamente entres estos arcos y paredes; finalmente, crees lo que quieres ver. El lugar es como para quedarse, pero, aún, nos falta seguir callejeando hacia las estatuas; salimos del barrio Cavern Quartier y entre grandes edificios neoclásicos llegamos al malecón para ver sonreír a cuatro jóvenes que siguen haciendo historia.
Pronto saldrá “Now and then” una canción inconclusa de John (década de los 70´) después, de la muerte de Lennon fue desarrollado por Paul, George y Ringo. La voz de John Lennon fue extraída de la maqueta original con IA. Esta sería la última creación de the Beatles.
La hora avanza y ya debemos retornar al terminal ferroviario para retornar a Londres. Ya no se escucha el característico traqueteo de los ferrocarriles de hace décadas, pero, el tenue zumbido de este tren eléctrico parece el remanso de una arcana acequia que sigue llevando las ondas de la música de mi infancia.

sábado, 18 de noviembre de 2023

********** VIAJERO SILENTE **********
PARTE 01
La ropa de toda la familia se ha hecho lo más chiquita que se ha podido para alcanzar en las estrictas maletas que no permitirán que sobrepasen el p



eso que exigen las aerolíneas. Ya estamos listos para partir al viejo continente y sortear todas las circunstancias que se van a presentar, comenzando por la recepción de los tiques en el aeropuerto. El hecho es que ya estamos sentados en el avión listos para partir. ¡Uf! Gran alivio.
Cuando asumo que voy a estar doce horas en el aire a más de 10,000 msnm, casi, sin moverme para no incomodar al pasajero de al lado, me da la sensación de estar en un nicho, solo, me queda pensar para escaparme del forzado encierro. Peregrinos recuerdos comienzan a dar vueltas en mi preocupada mente, poco a poco, se van sumando en incesante riada y sin ton ni son se mezclan en una suerte de asustada estampida pugnando por escapar. Mil y un pensamientos comienzan a dibujar sus alocadas escenas en mi febril encierro confundiendo tiempo y actores. En mi cerebro se ha dado un desplazamiento temporal donde confluyen múltiples estados de tiempo en mi línea temporal. Por eso, se entrecruzan el Chalo de nueve años que va a comprar el crujiente pan de Maquera en Cocachacra (el único fin es comerlo calientito) con el Chalo de diecisiete que está practicando pasos de baile a escondidas para no tener tropiezos cuando tenga que bailar un "lento" en la fiesta del sábado. Si, a eso le sumo los recuerdos que afloran con la música que voy escuchando con los audífonos puestos, es un tropel de desesperados recuerdos, todo, con tal de no pensar en el tiempo que me queda por estar suspendido en el aire.
Parece tonto, pero, son tantas las cosas que imagina uno a "estas alturas" que no es raro tener pensamientos como:
—¿Y, si se cansa el avión de estar tanto tiempo en el aire?
—Si hubiera hecho caso a mi mami de no ir a “sacar” caña a la chacra, seguro que no me habría roto la cabeza en la acequia que está en el pasaje de la familia Pareja. Si hubiera tenido el valor de haberme “mandado” con Lucy y le hubiera dicho que me gustaba a mis once años, a lo mejor me decía que sí y hubiera sido mi enamorada. Así, me fui paseando junto a los incondicionales “Y, si” a lo largo de varias épocas de mi vida. Miro la hora, solo, han pasado tres horas,
—¡Faltan nueve, todavía!
Al fin, Londres, el tren nos lleva del aeropuerto al Terminal del Ferrocarril Victoria (el segundo más transitado de esta ciudad, Vannia ha tenido la precaución que el hotel esté cerca al terminal) aún, así hay que caminar unas siete cuadras. Los cinco vamos en caravana jalando nuestras maletas entre calles limpias, ordenadas y llenas de colores por las plantas que están en todos los pisos y balcones. Tomar el metro donde solo conocía la palabra “exit” fue el inicio del espacio que iba a ocupar en este periplo, me estaba convirtiendo en el viajero silente. No entendía el idioma, así que, tuve que dar un paso al costado en el liderazgo de la troupe. Transitar las calles de Londres es una organizada fascinación de imágenes supuestas que van dejando en claro la circunspecta personalidad de una urbe cosmopolita que no deja de lado su estirpe. Sus clásicas construcciones mantienen sus coronadas chimeneas como banderas de la poderosa industrialización que iniciaron en 1760 y que les permitió ser primera potencia mundial. Con el paso de los años los humos de sus fábricas y la característica neblina da forma a una ciudad un aire sumamente contaminado. Me imagino la gran neblina que se produjo en Londres en 1952 fue tan brutal que costó la vida a miles de londinenses que comenzaron a llamarla “el gran humo”. Paseando con el Big bus fuimos disfrutando de amplias avenidas con muchas y extensas áreas verdes. Es una arquitectura amable, agraciada y distinguida para el caminante, amplias veredas, bancas y sillas dan el respiro a los paseantes, las recorremos antes de llegar a uno de nuestros destinos: La Gran Torre.

Mirando el Támesis me pareció ver las naves vikingas ir para tomar por asalto a Londres, por un momento estaba en las figuritas que había visto de niño que se confundían con las imágenes de la serie Vikingos de Netflix, pero, esta vez, la realidad supera mi imaginación. Visitar la Torre es respirar aires de historias guardadas entre este enorme castillo que representa el poder y abarca casi siete hectáreas y guarda en el centro a la Torre Blanca y a las joyas de la Reina. Ambos recintos se comenzaron a construir en el siglo XIII, es decir, estamos en senderos donde transitaron hombres y mujeres que hicieron parte de la historia de Inglaterra. Armas, cascos, armaduras, pasadizos, recodos, cadenas y los ecos que se filtran por estrechas ventanas dibujan pasajes de hechos acontecidos hace tantos años. Es una visita que te embriaga de aventuras y la imaginación se dispara. Saliendo del castillo fuimos a ver la hora en el Big Ben, cientos de personas pululan y pugnan por tomarse fotos y selfis. Me quedo mirando la variedad de razas, a lo mejor, veo pasar por ahí a Bond, James Bond. Cruzamos el Támesis para ir a ver la nueva atracción londinense el London Eye, una espectacular noria que nos hizo ver desde sus 135 m de altura gran parte de la ciudad. Tres días es nada para conocer Londres, pero, es intensa la percepción en nuestros agudizados sentidos por capturar todo lo que está a nuestro alcance. Nos acercamos un poquito a la realeza llegamos a las puertas del Palacio de Buckinghan y la fuerza del celuloide nos llevó a un lugar conocido como Notting Hill, esta vez, para ver si nos encontrábamos con Hugh Grant o Julia Roberts, lo único que conseguí fui mostrar mi libro en la librería the Travel Book Shop. 

martes, 3 de octubre de 2023

CUANDO EL 1% ES IGUAL AL 99%

 Nuevamente, aparece la fisura de tiempo me filtro, sé que me va a doler, pero, me dejo llevar una vez más. Por enésima vez estoy en Raizla y dentro de mi juvenil cuerpo. Esta vez, aparezco en la esquina de su sala. Está repleta de muchachos y guapas chicas. El motivo de la fiesta es el cumpleaños de su hermanita menor. La fiesta está en todo su furor “Rock your babe” hace que nos contorsionemos a todo ritmo. Han pasado varios meses desde que la había conocido en el verano. Comenzó el año escolar y ella regresó a su casa a un distrito lejos del mío. A pesar de eso, comencé a ir a visitarla, tomaba dos buses para llegar a su casa. Cada vez, la sentía más cercana, pero, era difícil estar a solas, sus hermanitos pasaban a cada rato para darnos un “ojito”. Mientras, poníamos discos conversábamos de música y yo le contaba mis historias. Pero, ahora, en la fiesta con tanta gente no me sentía muy seguro y a ella la veía diferente, más bonita e inalcanzable.

 

Vino el lento de “Bluebird” de Paul Mc Cartney, imposible desaprovechar la oportunidad de no estirar mi mano y pedirle que baile conmigo. La abrazo, muy despacito, los compases endulzan el momento y en cada uno de mis respiros bebo de su hermosura. Ahora, tengo que dar el siguiente paso, mis sienes laten, cierro los ojos (cobarde, yo) y con el temor que me está haciendo perder el paso del baile aprovecho que gira el rostro para decirle:

Tengo que decirte algo. Ha sido mi pronunciamiento más difícil y complicado que he dicho en años.

¿Qué, cosa? Su cristalina voz es diáfana y transparente su mirada tiene ese dulce color marrón que me desarma y descompagina. Ella sonríe y lo está haciendo para mí. Eso renueva mis exiguas fuerzas y uso como pista su cándida mirada para deslizar mi voz que sale del borde de mi abismo.

Tengo que decírtelo, afuera. Con esos ojos que me han capturado y el leve movimiento de su cabeza, asiente. En mi loca emoción comienzo a salir primero entre todos los invitados que llenan la sala y el comedor. Llegando a la puerta me doy cuenta de que ella va detrás, espero a que avance, mi miedo me hace descortés. La música está en su furor. Caminamos por el poco iluminado pasillo de la Quinta Raizla, para mí, es como transitar el “pasillo de la muerte” de los condenados. Llegamos al filo de la entrada, la calle está llena de carros y personas. Al fin, estamos solos, la tengo al frente, comienzo a abrazarla con mis ojos , ella…

He repasado, tantas veces, este episodio que, cada vez, que lo evoco siento que he perdido muchas escenas. El paso del tiempo ha sido un naufragio mental, estoy desesperado, porque, no logro recuperar varios de esos momentos, hago que mi cerebro intente buscar en los recónditos lugares de mi memoria y lo único que he conseguido en cada regresión es ir perdiendo detalles.  

Bueno, imagino que desean saber que sigue. Prosigo.

Su bello y perfilado rostro, de suave tez con tono marfil vainilla me enajena, está atento a lo que tengo que decir. Y, la verdad es que, tal vez, palabras más o menos le dije con mi voz que salió de lo profundo de mi alma.  

Desde que te conocí, solo, pienso en ti, tu imagen la tengo fija aquí (con mi índice señalo mi sien) sé que te tendré para siempre. No sabes la alegría que tengo cuando junto dinero para mis pasajes, ese día se hace diferente, todo es más alegre. Cuando te llamo por teléfono y van a tu casa para avisarte, tiemblo de miedo que no respondas mi llamada o me digan que no estás. Pero, cuando contestas tu voz parece canto de angelitos. Hago un silencio y despacito respiro profundo y, sin más, disparo como metralleta la pregunta.

¿Quieres estar conmigo? Mis ojos se clavan en ella, trato de adivinar por sus gestos la respuesta que no tarda en llegar.

Tengo que pensarlo, te diré en dos días. Se desploma mi castillo de ilusiones, pero, su voz tiene sabor a radiante mar y su tono de miel hace que no me sienta tan perdido.

¿No puedes darme algún adelanto?

Bueno su sonrisa me enseña el paraíso.

Tienes el 99% de que sí Mi esencia salta del acantilado de la pasión, no quiero que se termine el momento, gozo con el delirio. Me despido lo más rápido que puedo, porque, ya está acercándose el último bus. Corro, vuelo para sentarme y recordar, una y otra vez, este precioso momento, flota la pasión. Tengo el 99% de que me diga sí, tengo al mundo.

 

El bus, casi, está vacío, me siento en la última fila y me pongo a recordar las recientes escenas. En eso, mi cara se transforma cuando mi cerebro expone la posibilidad del 1%, se rasga mi alma y a mi momento se le está yendo el color. No puede ser que el 1% pueda robarme mi alegría. Conforme avanza el bus los números 99 y 1 comienzan a tener el mismo valor en la balanza de mi trémula ansiedad.  ¡No puede ser! Esto se puede acabar sin comenzar.

 

En cada visita de tiempo, cada vez, recuerdo menos y eso me mata. Aún, escucho la música que llevo, aunque, haya dejado de sonar.

¿Si vuelvo a encontrar otra fisura de tiempo?

¿Volveré a saltar?

¡Seguro que sí!

Aunque, sea por el 1%

 

sábado, 29 de julio de 2023

SUSURRAN LOS 66

 Siento un tenue, pero, firme susurro. Giro la mirada al escucharlo.

No te olvides que llegué para quedarme miro a esta vuelta del sol que se acomoda en la pantalla de mi visión y a manera de película despliega un largo tapete de escenas que he vivido en este ciclo.
Rememoro y desfilan los gratos momentos que he tenido, el cinematógrafo de mi vida me muestra a fantásticas personas que he conocido en esta vuelta, su cercanía me ha revitalizado, aprendí muchos con ellas y a otras les dije adiós.
Me voy quedando solo, pero, mejor acompañado. Es indefectible que piense en la 'U' de la felicidad que habla López Rosetti.
Estos inéditos círculos de acercamiento propician nuevas metas por alcanzar, debo seguir tejiendo los circuitos que conecten mi nave mental y junto con los propulsores estructurados con mis emociones siga este impresionante viaje por este universo llamado vida. 
Sonrío.
Claro que te quedas, aún, queda mucho por descubrir y tu experiencia es energía para seguir.
Me acomodo y pulso la armonía de mis recuerdos para ir en búsqueda de los que me faltan.

VIAJERO SILENTE  -  PARTE 4 VENECIA Una hora y treinta minutos y ya estamos aterrizando en Venecia. La he visto, tantas veces, en pelí...