viernes, 4 de junio de 2021
EL SECUESTRO DE MI AMÍGDALA CEREBRAL ante las ELECCIONES
domingo, 2 de mayo de 2021
ÁNGEL URIBE
ÁNGEL URIBE
La tarde tiene esa tersa tranquilidad que es preludio de una vital energía que, solo, será satisfecha cuando emprendamos una indetenible carrera por las empedradas calles cocachacrinas rumbo al espacio, donde no hay imposibles y todo se da. Al lado, el amigo de siempre, Juan Carlos, pregunta con sus grandes y cariñosos ojos.
—Ya sé que
tu jugador favorito es Ángel Uribe, pero, ¿Cuál le sigue? —Mi cabeza es como un hormiguero
de inimaginables ideas que solo a mí se me ocurre, aquí, los colores bailan en
un interminable carnaval de brillos, se dan fabulosos planes, los modifico y los
vuelvo a hacer para emprender un sinfín de aventuras. El entrecejo responde por
mí ¿Cómo se le ocurre a Juan Carlos hacerme esa pregunta? Después, de Ángel
Uribe ¿Puede haber otro jugador? Bueno, él es de Alianza, piensa diferente.
Solo, puede haber un mejor jugador por equipo, nada más, la seguridad de mis
diez años no admite dudas ni interpelaciones.
Ángel Uribe es el guerrero de la pelota, es la
imagen de la epopeya que ristra al gladiador de fulgurante armadura con cara de
nobleza que embellece su alma. Es la saeta que brilla bajo el influjo de los
dioses del Olimpo, salta a la cancha con la prestancia de un elegido, su
velocidad hace que sus marcadores conozcan el número que lleva en la espalda y
lo vean en tardes de gloria, brazos en alto, cuando convierte uno de sus tantos
goles.
En casa papá compra el periódico, La Prensa, espero a que lea para
llevarlo a mi cuarto; ahí sale la foto de Ángel Uribe, la recorto con mucho
cuidado y para que no se arrugue la pongo en mi libro de Gustavo Pons Muzzo, ya
tengo un nuevo recorte, pero, necesito tener más. Kike Cerdeña tiene varias figuritas
de él, seguro, me los vende a una peseta, no importa, ya veré de donde la saco
(del monedero de mi mamá, seguro). Cuánta ilusión en un niño por tener una
figurita del ídolo, aunque, sea de periódico. Cuando juego mi partidazo en la
polvorienta calle, entre piedras y postes voy narrando mi propio partido,
avanzo zigzagueando gritando “va Ángel Uribe con la pelota, driblea a uno, dos,
patea y gol” el ídolo se hace humano y está en mí. ¿Y, mi papá? ¡Pucha! La cosa
es seria.
Hay un resquemor que me ha estado atormentando. ¿Ángel Uribe es tan igual
que mi papá? Bueno, uno es Ángel Uribe y el otro es mi papá, asunto cerrado,
cada uno en su sitio; sin querer había llegado a tener, intuitivamente, una
visión diferente en esa lejana época, me di cuenta que mi mundo era inclusivo.
Si tenía un mejor amigo, eso, no excluía a los demás, y no vi las cosas de
manera lineal, si no, amplia y circular; donde tenía sitio para todos. También,
para los amores, podía querer a una persona sin dejar de amar a otra, eso me
tranquilizó y gustó.
Esa tarde de 1965, iba de la mano de mi padre, mi
primera vez en el Estadio Nacional, para ver el último partido del campeonato
de 1964, la “U” frente Alianza Lima; en las afueras la gente iba en búsqueda de
la puerta de ingreso; en eso, vi a unos señores con unos bastidores rodeados de
varias personas; jalé la mano de mi papá para ver, nos acercamos y allí estaban
las fotos de todos los jugadores del campeonato, me quedé admirado, recitaba
sus nombres conforme los reconocía, era como estar cerquita a ellos. Ya dentro
del estadio el retumbar de mi corazón en mi pequeño pecho, casi, explota cuando
veo salir del túnel al equipo crema; la gente saltó y un solo grito se
escuchó en todo el Perú, fue una emoción sin límites. Ver trotar a los hermanos
José y Jorge Fernández, al enorme Dimas Zegarra y sus blancas rodilleras, al
“Colorao” Cruzado, Zavalita y su toque mágico, a “Pelé” Guzmán fue
indescriptible. En eso, gritos estentóreos, del otro túnel, sale Alianza Lima;
ensordecedores gritos, salen los ágiles victorianos, Víctor “Pitín” Zegarra, un
mago con la pelota; Pedro “Périco” León, todo un peligro, Víctor Rostaing, “Babalú”
Martínez; el casi imbatible Rodolfo Bazán, Lara, De la Vega, y Grimaldo los iba
reconociendo, era como tener a Juan Carlos, a mi lado. La pelota “Merkur” de
cuero comenzó a rodar, cada vez, que Ángel Uribe iba con ella el fútbol tenía
otra sinfonía, sus desplazamientos, bravura para disputar el valor era sinónimo
de su nombre; su cercanía al área rival significaba inminente peligro. Vino un
centro por la derecha y al ver el salto que dio quedé boquiabierto; me
encandiló verlo correr, la fineza de su toque, su “pique” parecía romper,
exquisitamente, alguna ley física; para mí, volaba sobre el césped del “José
Díaz”, tuve el privilegio de ver al “crack” en toda su dimensión. Esa tarde, el clásico lo ganó la “U” 2 -1 y se
proclamó Campeón y el goleador del torneo, Ángel Uribe, con quince anotaciones,
regresamos a Barranco más que felices ¿Qué más podíamos pedir?
Un par de años después, cuando me sentía grande por
estar con mis cinco “pitas” azules, quinto de primaria; al salir al recreo en
mi glorioso Colegio Fiscal 9611, vi que todos los chicos se arremolinaron
alrededor de la pizarra del patio, el profesor Guillén había pegado recortes de
fútbol. La “U” había ganado en cuarentaiocho horas, en la propia Argentina, a
los famosos clubes rioplatenses River Plate y Racing por la Copa Libertadores y
uno de los héroes de aquella mítica jornada había sido Ángel Uribe. Se me
hinchó el pecho y estiré el cuello como el gallo en su corral.
Cuando un ser humano adquiere ribetes de semidiós y
se convierte en héroe de niños de almas cándidas y sencillas, es que, trasunta
niveles de extrema sensibilidad y nobleza; se internaliza y subyacen en
profundas bases neuronales. Con el paso del tiempo, Supermán y otros
superhéroes van a ubicarse en el rincón de la fantasía del adulto, pero, el
adalid de mi infancia y admiración de mi eterna juventud, Angelito Uribe, no se
irá jamás.
Hoy, con algunas décadas que se han detenido en mi
escaso cabello blanco, secuestrado por el Coronavirus, escapo de esta prisión
de miedo para ver correr sobre el verde, al paladín deportivo, con su elegancia
y despliegue inusual; corre por él y por todos los que aprendimos a admirarlo y
quererlo. Vamos Angelito, me pondré de corto para trotar a tu lado, junto a
todos los que sabemos de tu valía como ser humano; aunque, solo te hayamos en
visto en figuritas que las pegamos en el álbum de nuestros corazones.
sábado, 17 de abril de 2021
viernes, 16 de abril de 2021
miércoles, 17 de marzo de 2021
¿LAS FECHAS CONVERSAN?
¿LAS FECHAS CONVERSAN?
El sol entra por la mampara, fustiga, nos
obliga a mover mesa y bancos del comedor de diario en busca de la apacible
sombra para tomar el desayuno con tranquilidad.
—Hace cincuenta años llegamos a esta casa —comenta papá, mientras unta el queso mantecoso cajamarquino al pan francés. No me mira, solo, entrecierra los ojos.
—Ya teníamos tres años en Yurimaguas, tu hermanita Carola, casi se muere.
—¿Te acuerdas? Conversé con tu mami y decidimos que, como sea, pediría mi cambio a Lima. Aproveché que salía de vacaciones y con ustedes, mis cinco hijos, nos fuimos a Lima. No fue fácil, pero, logré que me ubicaron. Pero, nuestra casa estaba alquilada y el inquilino no quería salir, nos debía varios meses de arriendo; tuvimos que pagarle para que dé un adelanto en otra casa y dejara la nuestra. En ese interín tu tía Xenia nos alojó en Santa Cruz.
—Claro que me acuerdo, fue una invasión, el departamento de mi tía era pequeño. Esas vacaciones fueron fabulosas, nos divertimos a más no poder; mis primos eran tres, sus primos tres más, unos cuatro amiguitos y nosotros cinco, éramos una patota jugando a toda hora en el parque, porque, no alcanzábamos todos dentro de la casa. Compraban una enorme bolsa de pan para que alcance para todos. Papá me escucha, pero, sigue con lo suyo.
—Han pasado cincuenta años, qué rápido pasa el tiempo. Era la ilusión de llegar a una meta que nos propusimos; llegar a Lima, para que ustedes tuvieran otro futuro, con más oportunidades; pasaron siete años para terminar con el periplo; lo hicimos, nos dimos cuenta de que comenzaban otros retos. —Los ojos ensoñadores de mi padre reviven su juventud plena, con esa férrea decisión del que todo lo puede, debe estar acordándose de su gordita. Para que no se quede navegando entre sus recuerdos que lo harán zozobrar en nostalgia le digo:
—Qué curioso papi, este dos mil veintiuno, cumplo cuarenta años que salí de esta casa para enrumbar a la Blanca Ciudad. —Ahora, soy yo el que rememora mi viaje en los plateados buses de TEPSA para llegar a Arequipa y comenzar mi propio ciclo. Casi, sin querer pongo el queso a mi pan, sé que no debo comerlo por el tema cardíaco, pero, me ganan las ansias de recordar. Me veo caminando ligerito con mi maletín beige y mi maleta rumbo al hostal Extra, pocas cosas llevo, pero, muchas ilusiones. Un cielo tan limpio que da envidia verlo y un radiante sol que hace bajar la cabeza voy pensando en mi nuevo trabajo, las personas que conoceré y seguro que conoceré lindas chicas. El aire purifica mis pulmones, pero, no mis intenciones con las bellas. Camino con plena libertad ¡Ahí está la madre del cordero! El pensamiento me regresa a la realidad.
—Papi, nunca pensamos que hace un año secuestrarían
nuestra libertad.
—Nos fregaron hijo, a mí, más que a ti. Ya
tengo noventaiuno años y no veo cuando pueda salir y viajar con tranquilidad. —Se
pone triste, no es para menos.
—Pero, viendo el lado bueno del asunto, estamos
más tiempo en familia. Su cara es de ¿crees que me vas a convencer?
—Estás más tiempo con tu bisnieta. —En eso, pasa Morgana por nuestro lado y se me ocurre algo.
—Morganita, tómanos una foto. — Ella tiene tres
años, pero, es hábil con la tecnología y entre risas, poses y morisquetas toma
esta foto. Quién sabe, tal vez, en otras decenas de años ella evoque este momento
y tenga su propia conversación. El sol no declina, se acaba el desayuno, pero,
no las ganas de seguir en la vida.
jueves, 14 de enero de 2021
¿QUÉ SON LAS NEUROCIENCIAS?
Mientras están leyendo estas líneas,
probablemente, no tienes idea de cuántos circuitos neuronales está activando tu
cerebro para realizar la lectura; tu cerebro está enfocado en interpretar el
mensaje que viene detrás de las letras que representan una gama de sonidos y
que se unen para formar palabras, frases y oraciones con un determinado
significado. La lectura es una actividad, muy compleja que el cerebro debe
aprender a realizarla, ya que no vino programado genéticamente para leer. La
lectura es un invento del ser humano, por eso, el cerebro debe realizar un
aprendizaje estableciendo una serie de conexiones nerviosas en diferentes
partes del cerebro, el área visual y el aparato fonoarticulador para leer.
Pero ¿qué son las neurociencias? Las Neurociencias
son una convergencia de varias disciplinas como la biología, física, química,
neurología, genética, psicología, psiquiatría, neuropsicología, informática,
entre otras, que estudian el sistema nervioso en su conjunto desde diversas
aristas; la estructura, funcionamiento e interrelación con el medio, la
actividad bioquímica y eléctrica, el desarrollo farmacológico y las patologías
que lo afectan. Aborda el cerebro, porque, él, es quien dirige a todo este
sistema. La neurociencia pretende conocer en qué áreas del cerebro se dan los
diferentes procesos que nos hacen percibir el mundo y reaccionar a los
estímulos externos e internos perfilando nuestra Identidad Personal, nuestro
YO.
Los neurocientíficos esbozan la posibilidad
que la Identidad personal, además, de los recuerdos, es la CONCIENCIA, es decir
otro YO. El YO de la conciencia es el que cambia constantemente el que tiene
que ver con la conciencia (varía, cuando estamos felices, jugamos, nos ponemos
tristes, ansiosos, etc.). Este cambio tiene que ver con la “Plasticidad
cerebral”, ya que el cerebro se modifica a sí mismo. Para eso, debemos variar
nuestra rutina, salir de la zona de confort para modificar los hábitos que nos
pueden estar causando insatisfacción. Viajar, conocer otros lugares, dormir las
ocho horas, cambiar de amigos y costumbres, ayudarán al cerebro a generar
nuevas conexiones causando placer y bienestar.
Desde
épocas remotas, filósofos, pensadores y aún hoy en día, algunos
neurocientíficos señalan que cerebro y conciencia son dos ámbitos separados.
Esta dualidad de sustancias coloca de un lado lo objetivo (la materia, el
cerebro) y de otro lado, lo subjetivo (la conciencia, mente y alma). Lo cierto
es, que la conciencia es un producto cerebral, surge de la actividad cerebral,
producto de la interacción de las neuronas. Es el caso, que cuando se aplica una
neurocirugía o anestesia influyen en la conciencia, estamos inconscientes,
dormidos. Es interesante saber que en el caso de cerebros escindidos (hemisferios
cerebrales separados por la extirpación del cuerpo calloso) los hemisferios
pueden actuar con dos perspectivas diferentes, es decir, tener dos percepciones
distintas.
La
conciencia es la forma como el individuo percibe el mundo exterior y como se ve
a sí mismo. Se puede determinar que la conciencia es producto de la actividad
cerebral, lo que falta determinar es cómo se realiza; aún hay un vacío
explicativo.
Hay
muchas actividades que realizamos inconscientemente y muy pocas actividades se
hacen de forma consciente. La conciencia está íntimamente relacionada con la
subjetividad del individuo, intencionalidad, continuidad y selectividad. Un
dato muy interesante es que de los 10,000 millones de neuronas que existen en
la corteza cerebral, 9,000 millones se ocupan de lo relacionado con la
conducta. Aún, queda mucho por estudiar y establece cómo se genera la
consciencia.
Una de las áreas que es prioridad en las
neurociencias, es el aprendizaje y la memoria: ¿Cómo se genera un recuerdo, se
fija o se olvida? ¿Cuál es el mecanismo para almacenar en nuestra mente algunas
experiencias y por qué olvidamos otras? Aún, no hay una respuesta absoluta,
pero, conforme se ha ido desarrollando esta ciencia multidisciplinaria se van
revelando aspectos muy importantes.
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