Mientras están leyendo estas líneas,
probablemente, no tienes idea de cuántos circuitos neuronales está activando tu
cerebro para realizar la lectura; tu cerebro está enfocado en interpretar el
mensaje que viene detrás de las letras que representan una gama de sonidos y
que se unen para formar palabras, frases y oraciones con un determinado
significado. La lectura es una actividad, muy compleja que el cerebro debe
aprender a realizarla, ya que no vino programado genéticamente para leer. La
lectura es un invento del ser humano, por eso, el cerebro debe realizar un
aprendizaje estableciendo una serie de conexiones nerviosas en diferentes
partes del cerebro, el área visual y el aparato fonoarticulador para leer.
Pero ¿qué son las neurociencias? Las Neurociencias
son una convergencia de varias disciplinas como la biología, física, química,
neurología, genética, psicología, psiquiatría, neuropsicología, informática,
entre otras, que estudian el sistema nervioso en su conjunto desde diversas
aristas; la estructura, funcionamiento e interrelación con el medio, la
actividad bioquímica y eléctrica, el desarrollo farmacológico y las patologías
que lo afectan. Aborda el cerebro, porque, él, es quien dirige a todo este
sistema. La neurociencia pretende conocer en qué áreas del cerebro se dan los
diferentes procesos que nos hacen percibir el mundo y reaccionar a los
estímulos externos e internos perfilando nuestra Identidad Personal, nuestro
YO.
Los neurocientíficos esbozan la posibilidad
que la Identidad personal, además, de los recuerdos, es la CONCIENCIA, es decir
otro YO. El YO de la conciencia es el que cambia constantemente el que tiene
que ver con la conciencia (varía, cuando estamos felices, jugamos, nos ponemos
tristes, ansiosos, etc.). Este cambio tiene que ver con la “Plasticidad
cerebral”, ya que el cerebro se modifica a sí mismo. Para eso, debemos variar
nuestra rutina, salir de la zona de confort para modificar los hábitos que nos
pueden estar causando insatisfacción. Viajar, conocer otros lugares, dormir las
ocho horas, cambiar de amigos y costumbres, ayudarán al cerebro a generar
nuevas conexiones causando placer y bienestar.
Desde
épocas remotas, filósofos, pensadores y aún hoy en día, algunos
neurocientíficos señalan que cerebro y conciencia son dos ámbitos separados.
Esta dualidad de sustancias coloca de un lado lo objetivo (la materia, el
cerebro) y de otro lado, lo subjetivo (la conciencia, mente y alma). Lo cierto
es, que la conciencia es un producto cerebral, surge de la actividad cerebral,
producto de la interacción de las neuronas. Es el caso, que cuando se aplica una
neurocirugía o anestesia influyen en la conciencia, estamos inconscientes,
dormidos. Es interesante saber que en el caso de cerebros escindidos (hemisferios
cerebrales separados por la extirpación del cuerpo calloso) los hemisferios
pueden actuar con dos perspectivas diferentes, es decir, tener dos percepciones
distintas.
La
conciencia es la forma como el individuo percibe el mundo exterior y como se ve
a sí mismo. Se puede determinar que la conciencia es producto de la actividad
cerebral, lo que falta determinar es cómo se realiza; aún hay un vacío
explicativo.
Hay
muchas actividades que realizamos inconscientemente y muy pocas actividades se
hacen de forma consciente. La conciencia está íntimamente relacionada con la
subjetividad del individuo, intencionalidad, continuidad y selectividad. Un
dato muy interesante es que de los 10,000 millones de neuronas que existen en
la corteza cerebral, 9,000 millones se ocupan de lo relacionado con la
conducta. Aún, queda mucho por estudiar y establece cómo se genera la
consciencia.
Una de las áreas que es prioridad en las
neurociencias, es el aprendizaje y la memoria: ¿Cómo se genera un recuerdo, se
fija o se olvida? ¿Cuál es el mecanismo para almacenar en nuestra mente algunas
experiencias y por qué olvidamos otras? Aún, no hay una respuesta absoluta,
pero, conforme se ha ido desarrollando esta ciencia multidisciplinaria se van
revelando aspectos muy importantes.
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