miércoles, 29 de mayo de 2024

VIAJERO SILENTE - PARTE V - ROMA

 

ROMA



 

Hay caminos que te despiden y claman por un último recorrido. El ruido de las ruedas de nuestras maletas sobre las baldosas que han detenido incontables pasos nos pide detenernos un instante para contemplar las casas flotantes sobre el verde mar que juega con los destellos del impaciente sol. Son las 16:00 h y tenemos que seguir avanzando a la vera del Gran Canal con rumbo a la estación Santa Lucía. Viajaremos por tren hasta Roma Termini, serán casi cuatro horas de viaje. Con mayor experiencia ubicamos el número de tren y vagón que nos corresponde. Nuevamente, colocamos las maletas en el espacio acondicionado para el efecto y cómodamente sentados con mesas para recargar equipos decimos adiós a la bella Venecia.   Estamos por llegar a Bologna, hay pocos pasajeros en nuestro vagón la mayoría son parejas que están enamorados de sus celulares; así, ha sido en casi todos los lugares que hemos estado, esta moda de interactuar parece que se practica en todo el planeta. El aviso luminoso parpadea en mi imaginario ¡ROMA! Repito su nombre y me encuentro hablando como Morgana ―¡No me lo puedo creer!― una vez que descendemos y caminamos pasillos tras pasillos comenzamos con el ritual de ver al celular para que nos oriente y señale dónde está nuestro hotel. Avanzamos con las maletas unas cinco cuadras y llegamos al hotel (es una gran idea buscar el alojamiento cerca de los terminales del tren y el metro, se hace necesario para movilizarse con comodidad) y no solo eso, la estación Termini está en el centro de Roma que está rodeado por una gran autopista orbital de 68,2 km que forma un anillo alrededor de la ciudad en donde están gran parte de los principales atractivos romanos. Muchas de las calles son como las imaginaba, hay gran cantidad de motos y, oír el italiano parece que entiendo todo ―ja, ja, ja― nos registramos y ya estamos en la calle, la noche es joven. Un poco a la suerte tomamos la vía Magenta; en eso, el aroma a anticuchos nos pasa la voz es el restaurante Lima con varios clientes que “se regalan” con la comida peruana. Disfrutando la caminata llegamos a la vía Gaeta al restaurante “La famiglia” fue una atinada elección. Un lugar donde estuvimos muy cómodos y, sobre todo, disfrutamos de deliciosas pastas, dejamos de conversar para saborear hasta el último fideo. El vino fue el punto de equilibrio para esta alegre cena con un peculiar toque italiano, a cargo de la persona que nos atendió, gentil, ameno, amigable y entretenido fue un buen inicio.

 

El sol aparece de a pocos entre algunas nubes algo obscuras. La gente circula por las calles, muchos van a trabajar, nos cruzamos con unas monjitas que dan una pincelada cinematográfica al pasar junto a las casas llenas de flores. Salimos del metro y seguimos al enorme grupo de gente que va al mismo destino nuestro, el Coliseo Romano. Verlo tan cerca se hace imponente, no por la altura, sino, por la trascendencia histórica. Hay una maratón tenemos que esperar que haya un espacio para cruzar la vía Labicana. Ahora, a comprar los tiques para el ingreso, una larga fila de personas que sube hasta media colina nos dice que debemos alinearnos. Ni modo, a todo sitio que hemos ido hay que hacer filas, la cantidad de turistas en todo lugar no deja de ser impresionante. Al comprar los tiques te indican la hora de ingreso (14:30) son las 11:00 am y la fuente de Trevi está a treinta minutos; así que, enrumbamos por la vía dei Fiori Imperiali. Un estallido de arte nos alcanza al doblar cada una de sus inquietantes esquinas. Ya en la amplia vía pasamos a ser parte del nutrido grupo de turistas que van a pie, en bicicletas, scooteres, cero automóviles; entre el río de gente se ve la basílica de Santa Francesca.

 

―¡En eso! ―Las ruinas del Imperio Romano es un encuentro soñado, estar frente a ellas me despiertan emociones indescifrables con una sonoridad que se impregna en todo mi ser. Ya nos hemos acostumbrado a caminar uno tras otro, adelante va Vannia es la guía, sigue Nelia, tras ella Fiore con Morgana, yo cierro la Troupe así, nos cuidamos en cada momento; salvo, cuando Morgana corre de un lado a otro.

 

A nuestra izquierda está el artístico monumento a Vittorio Emanuelle II (controvertido en su construcción), nos faltan ojos para ver tantas reliquias, el Campidoglio, el Foro de Augusto y el Foro Traiano son impresionantes. Terminada la vía giramos a la derecha y nos internamos por las características calles italianas, esas, que nos muestran en las películas, llenas de plantas, bares, restaurantes, adoquines que tapizan su atrayente suelo y el incesante paso de turistas. Caminas y vas redirigiendo la mirada entre obeliscos, plazas, iglesias y gradas que se sobrecogen y te dan un ritmo que parece alargar o reducir los pasos. Cada una de las calles te permiten ver al final, a manera de “remate”, alguna belleza.

 

Parece que la vía se estrecha, en realidad es que hay bastante gente, el tumulto nos dice que ya estamos frente a la famosa fuente de Trevi. Ahora, tenemos que ver la forma de acercarnos, nos ubicamos en las gradas de la iglesia de los Santos Vicente y Anastasio, desde ahí, vemos por donde podemos acercarnos a la fuente de Trevi que está repleta de gente. Aprovechamos el momento para admirar la riqueza arquitectónica de la fuente. Es un edificio que parece que se derrumba y se hace roca (conjunción de la arquitectura con la naturaleza) con los caballos salvajes y las impresionantes estatuas que resaltan la armonía y belleza muscular, da la sensación de que están en pleno movimiento. Al acercarnos y lanzar nuestras monedas nos captura el canto a la vida y al agua y pedí con mucho énfasis… Sí, pedí eso.

Fuimos a almorzar a en L´anticca pizzeria di Trevi en la Vía Lucchesi, de ahí, rumbo al Coliseo a paso ligero, la hora nos apura.

Comenzamos a ingresar al coliseo, la misma sensación cuando uno va al estadio a ver un partido de futbol. Solo, que aquí va a correr sangre. Cuántas imágenes guardadas cuando era niño se quedaron atónitas al estar al pie de este coloso de casi dos mil años. Estoy en pleno centro de la Roma pagana. Parado sobre el tabladillo que estuvo cubierto de arena hace algunas centurias donde se enfrentaron los profesionales de las gladias, es fácil imaginarse las pulsaciones que se vivieron en este recinto. Mientras, unos tenían que luchar por su vida una desaforada multitud rugía, más fuerte que las fieras que soltaban para enfrentar a los luchadores, ávidas de sangre. La frase dale el pueblo pan y circo y lo tendrás adormecido; se hace fácil, pensar en un estadio lleno de gente viendo un promocionado partido de fútbol.

Hora de visitar una de las siete colinas de Roma, el fastuoso Palatino, la residencia de los emperadores, el epicentro del Imperio Romano. Desde esta colina (una de las siete de la ciudad) se ve una Roma diferente, pareces ver un sinnúmero de cúpulas flotando entre las nubes y las simétricas vías. Descendemos la colina y nos vamos al lugar donde cuenta la historia que en este lugar se fundó Roma, estoy en el fabuloso Foro Romano. Aquí, se reunía la gente para debatir, establecer contratos comerciales, profundas disquisiciones políticas se dieron entre estas columnas. Aquí, estuvo el señorial Senado, el templo de Saturno. Caminar entre sus calles es llenarse de un hálito arcano que

camina, paralelamente, con mis nuevos pensamientos junto a los de otras personas que aquí desarrollaron sus vidas. La noche está llegando hora de ir por la cena y recuperar fuerzas. Mañana vamos a otro país “El Vaticano”.

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

VIAJERO SILENTE PARTE VII

  VIAJERO SILENTE - PARTE VII - NÁPOLI   NÁPOLES (Spaccanapoli) Amanece en la “Ciudad Eterna” y nuestra troupe tiene dos considerables b...