jueves, 20 de junio de 2019

LAS PALABRAS PODRÍAN MODIFICAR NUESTRA FORMA DE PENSAR

LAS PALABRAS PODRÍAN MODIFICAR NUESTRA FORMA DE PENSAR
Sentado en el abonecible parque del Recreo  contemplaba las estatuas de las estaciones de esta fuente de mármol (antes ubicada en la plaza de armas), rodeado de libros que hablan del romanticismo de este icónico lugar donde viejos romances enamoraron a los añejos ficus, pensé en escribir estas líneas. 
LAS PALABRAS, NO SOLO TRANSMITEN MENSAJES, NOS DAN ENERGÍA Y PUEDEN MODELAR NUESTRA MANERA DE PENSAR
“En un día de intenso tránsito, la hora avanza implacable y las personas están ansiosas por llegar a sus destinos, los chóferes aprovechan cada resquicio para “meter” el carro y avanzar más rápido. En eso, dos conductores, por una mala maniobra de uno de ellos, casi chocan. El tránsito se detiene, los cláxones gritan su desesperación. Uno de los conductores al que casi lo impactan  se baja y va, directamente, hacia el carro que invadió su carril y …”

Imagino que ustedes saben lo que sigue:
Palabras de grueso calibre, maldiciones y nefastos deseos contra el otro conductor, que, obviamente, contestará e intentará eludir su responsabilidad, etcétera. Ambos tendrán un pésimo día y, es muy posible,  contagiarán toda esa mala energía que brotó de las PALABRAS NEGATIVAS que ellos escogieron pronunciar.
Por un momento, imaginemos que el conductor que se levantó y se dirige hacia el otro, le dice:
¡Qué suerte, nos salvamos!
Alguien arriba nos está cuidando   seguramente, el otro conductor quedará anonadado y su cerebro comenzará a procesar pensamientos positivos que reemplazarán a los que tenía preparado para defenderse. Al usar PALABRAS POSITIVAS encontraremos más energía, vivacidad, imaginativos para resolver las situaciones complicadas, estaremos más alertas y comenzaremos a ver parte de un mundo que nos estamos perdiendo.
No todo debe ser agravio, violencia, rabia, asco (las emociones más primitivas) estas priman sobre la racionalidad, sobre todo, no dejan que aflore nuestra sensibilidad humana. 
Al tomar conciencia de nuestro lenguaje reconoceremos a las palabras positivas, aprenderemos a utilizarlas y a regular nuestras emociones, así, podremos escoger las mejores palabras; una vez logrado esto, tendremos la habilidad lingüística para relacionarnos mejor con nosotros mismos y con los demás. Habremos desarrollado competencias que nos volverá más tolerantes y podremos solazarnos con la enorme dicha de estar vivos, disfrutar lo que nos rodea, respetar al otro, en definitiva ser más humanos.

martes, 18 de junio de 2019

ESCRIBIR EN PAPEL

Hoy, que se escribe sobre una pantalla interactiva, cuánto añoro hacerlo sobre un papel. "Voy a escribir una carta. Salgo de casa inventando una excusa. Ya en la librería pido papel para carta y el sobre; doblo cuidadosamente el papel por las puntas extremas y sujetándolo con dos dedos voy a casa luchando contra el viento para que no me las arrebate. Por suerte, hay poca gente en las calles, así no tengo que dar explicaciones sobre mi carta que aún está impoluta.” Mamá está cosiendo, lo sé, por el rítmico sonido de su máquina de coser que me acompaña hace varios años. Entro corriendo para que no vea lo que llevo "entre manos". —¿Hijo? —Si mami, soy yo. Me siento al borde de mi cama, estiro el papel sobre la mesa de noche que será mi confidente. Lapicero en mano, medio doblado, comienzo a poner la fecha, noto que el fino papel, al pie, lleva el dibujo de un avión —esta carta no viajará en avión, pero, igual llevará como pasajeros a mis soñadores pensamientos— ¿Cómo comienzo a escribir? Mi duda no es por dónde comenzar, tengo tanto por decir, que no me cabe en el pecho y mi corazón se hincha, parece ocupar todo mi cuerpo. Quiero ser cuidadoso, que mi mensaje llegue con delicado apasionamiento. No quiero asustarla, comienzo a dibujar mi letra sobre el blanco lienzo, parece una playa tersa y lisa. Letra a letra voy dejando en ellas mis íntimos sentires que se abrazan con las hebras del papel. La ansiedad avanza a todo galope, con la claridad que mi pasión guía empiezo a elegir las palabras. No puedo equivocarme, no puedo borrar, no existe corrector automático. En cada trazo de mi letra plasmo la inmensa ternura que me inspira, escribo con mi mejor letra para que acaricien sus ojos y toque su corazón. Con algunos párrafos avanzados, me echo en la cama a releerlos. El solo imaginar que ella leerá mi carta me llena de gozo, hace que me levante y prosiga mi escritura. Escribo de corrido, es mi sangre la que dicta y las pausas, las da mi corazón cuando en ella piensa. Al ver que la carta va reflejando poco a poco mi anhelo y al soñar que ella también la tendrá entre sus manos, hace que salte de gozo en la cama y vuelva a leer la carta que ya no es tan mía. 
He terminado, pero recién comienza mi angustia. 
—¿La leerá? Aunque sea por curiosidad. 
—¿Le gustará? —Soy capaz de hacer cualquier cosa, si le gusta. 
—¿Me contestará? —El cielo se abriría y los angelitos bajarían de él. Entonces, una negra muy negra nube de incertidumbre empieza a cernirse en mi espera. 
—¿Si se ríe de mi carta? —¿Si la bota? 
—¿Si la muestra a sus amigas y se burla? 
Qué dolorosa puede ser una espera. Casi, cómo cuando la flor espera el nuevo día para recibir los rayos del sol que la harán destellar. 

VIAJERO SILENTE  -  PARTE 4 VENECIA Una hora y treinta minutos y ya estamos aterrizando en Venecia. La he visto, tantas veces, en pelí...