miércoles, 17 de marzo de 2021

¿LAS FECHAS CONVERSAN?


 

¿LAS FECHAS CONVERSAN?

 

El sol entra por la mampara, fustiga, nos obliga a mover mesa y bancos del comedor de diario en busca de la apacible sombra para tomar el desayuno con tranquilidad.

—Hace cincuenta años llegamos a esta casa —comenta papá, mientras unta el queso mantecoso cajamarquino al pan francés. No me mira, solo, entrecierra los ojos.

—Ya teníamos tres años en Yurimaguas, tu hermanita Carola, casi se muere.

—¿Te acuerdas? Conversé con tu mami y decidimos que, como sea, pediría mi cambio a Lima. Aproveché que salía de vacaciones y con ustedes, mis cinco hijos, nos fuimos a Lima. No fue fácil, pero, logré que me ubicaron. Pero, nuestra casa estaba alquilada y el inquilino no quería salir, nos debía varios meses de arriendo; tuvimos que pagarle para que dé un adelanto en otra casa y dejara la nuestra. En ese interín tu tía Xenia nos alojó en Santa Cruz.

—Claro que me acuerdo, fue una invasión, el departamento de mi tía era pequeño. Esas vacaciones fueron fabulosas, nos divertimos a más no poder; mis primos eran tres, sus primos tres más, unos cuatro amiguitos y nosotros cinco, éramos una patota jugando a toda hora en el parque, porque, no alcanzábamos todos dentro de la casa. Compraban una enorme bolsa de pan para que alcance para todos. Papá me escucha, pero, sigue con lo suyo.

—Han pasado cincuenta años, qué rápido pasa el tiempo. Era la ilusión de llegar a una meta que nos propusimos; llegar a Lima, para que ustedes tuvieran otro futuro, con más oportunidades; pasaron siete años para terminar con el periplo; lo hicimos, nos dimos cuenta de que comenzaban otros retos. —Los ojos ensoñadores de mi padre reviven su juventud plena, con esa férrea decisión del que todo lo puede, debe estar acordándose de su gordita. Para que no se quede navegando entre sus recuerdos que lo harán zozobrar en nostalgia le digo:

—Qué curioso papi, este dos mil veintiuno, cumplo cuarenta años que salí de esta casa para enrumbar a la Blanca Ciudad. —Ahora, soy yo el que rememora mi viaje en los plateados buses de TEPSA para llegar a Arequipa y comenzar mi propio ciclo. Casi, sin querer pongo el queso a mi pan, sé que no debo comerlo por el tema cardíaco, pero, me ganan las ansias de recordar. Me veo caminando ligerito con mi maletín beige y mi maleta rumbo al hostal Extra, pocas cosas llevo, pero, muchas ilusiones. Un cielo tan limpio que da envidia verlo y un radiante sol que hace bajar la cabeza voy pensando en mi nuevo trabajo, las personas que conoceré y seguro que conoceré lindas chicas. El aire purifica mis pulmones, pero, no mis intenciones con las bellas. Camino con plena libertad ¡Ahí está la madre del cordero! El pensamiento me regresa a la realidad.

—Papi, nunca pensamos que hace un año secuestrarían nuestra libertad.

—Nos fregaron hijo, a mí, más que a ti. Ya tengo noventaiuno años y no veo cuando pueda salir y viajar con tranquilidad. —Se pone triste, no es para menos.

—Pero, viendo el lado bueno del asunto, estamos más tiempo en familia. ­Su cara es de ¿crees que me vas a convencer?

—Estás más tiempo con tu bisnieta. —En eso, pasa Morgana por nuestro lado y se me ocurre algo.

—Morganita, tómanos una foto. — Ella tiene tres años, pero, es hábil con la tecnología y entre risas, poses y morisquetas toma esta foto. Quién sabe, tal vez, en otras decenas de años ella evoque este momento y tenga su propia conversación. El sol no declina, se acaba el desayuno, pero, no las ganas de seguir en la vida.

 

 

 

VIAJERO SILENTE  -  PARTE 4 VENECIA Una hora y treinta minutos y ya estamos aterrizando en Venecia. La he visto, tantas veces, en pelí...