lunes, 25 de diciembre de 2023

SUEÑOS DE SEDA





Mirada prisionera
acaricia seda prohibida.

Ojos seducidos
son náufragos perdidos 
en velamen de refinado vestido
mordaz ríe por ser él
quien acaricia piel deseada.

Un brindis pronunciado
opaca pasión irrestricta.
Prohibida señal
mece viento con perfume de orquídeas 
vuelan sonrisas en compás indiscreto.

Profanos requiebros en sutil melodía
un encarnado palpitar refleja cenit extraviado.
Un suspiro demanda por un instante 
puede ser un último hoy.

Vorágine nocturna perdida en distinguido escote
es portal turgente de suaves colinas 
son llamaradas en volcánico abismo.

Un sorbo eterno 
grita la caricia consentida
vibran yemas en piel ajena 
incendio de quimeras pasiones.
Abrazo de suspiros reconocidos
acercamiento prohibido
juegan alas de mariposa en flama encendida.

Cristal de perlas 
muerde ilusión en copa risueña.
Rubí encendido 
perdido por no sentir.

¿Emoción pasada?

Entelequias consentidas
solo queda 
soberbio desliz en caricia de prohibida seda.

Yacerá en tu lecho mi peregrina ilusión
no podrás detenerme.
Capricho consentido es brevedad de contenida exhalación
es más verdad 
que lo negado.
No serás mía
en un tuyo perdido
queda un huérfano cielo
no hay más.




 

lunes, 18 de diciembre de 2023

VIAJERO SILENTE - PARTE II

 ********** EL VIAJERO SILENTE - PARTE II - LIVERPOOL  ******

Es verano del 65 y el calor de esa tarde nos baña sin pausa con un sol que ha tomado posesión del valle Tambo, Cocachacra está que arde. Sumergidos en la acequia turbia junto a mis amiguitos damos incansables zambullidas, formamos dispersas a ondas con cada brazada, junto a otras que llegan de un radio de onda corta es "I should have known better" de los Beatles (en esa época no sabía que significaba, la canción qu

e me ha enseñado mi amiguito Juan Carlos). Ahora, en el futuro del pasado de mi infancia o ¿en el pasado de mi futuro? Estoy en un viaje inmersivo, hemos llegado a Liverpool, el nombre me parece esos enormes titulares que salen en la pantalla del cine y me llenan toda mi visión mental. El viaje en tren desde Londres ha sido limpio, aséptico, tan veloz que ni se siente (250 km/h) hubo buen tino en escoger al hotel Astors en la zona de Belgravia, está cerca de una de las estaciones del metro y del tren (Estación Victoria, caminando uno llega al Palacio Buckingham), cruzamos grandes campos verdes, todo ordenado. Liverpool es una ciudad que tiene otro "swing" el andar de la gente tiene otro pulso y sus conversaciones son más alegres, animadas y dinámicas. Claro, como ahora voy en silencio escucho mejor; más aún, con la recomendación que nos hizo Morgana cuando, apenas, teníamos algunas horas en Londres, se dio cuenta de que todos hablan en inglés al escucharnos conversar levantó su manito pidiendo atención.
-¡Stop!
-No, Spanish.
Alguna vez (bueno, varias), me dijeron que no sea tan callejero ya que siempre buscaba una excusa para salir a la calle; esta vez, sonrío al recordar ese episodio y voy callejeando las calles de Liverpool que tienen un compás musical que driblea el tiempo y el fútbol (Liverpool FC, Everton) que es parte de su esencia. Sopeso las posibilidades de que alguno de los Beatles haya estado caminando por estas mismas calles y pienso que sí (al final, uno cree lo que quiere). Hemos llegado al lugar donde vamos a iniciar el tour en uno de esos buses de dos pisos que están estacionados en Strand St en un lado del malecón del río Darsey. Aquí, las emociones se juntan y llenan los asientos del bus que va a hacer un circuito de unas dos horas. Pasamos cerca del Hilton hotel, el St. George Hall es imponente, se usa como salas de teatro, reuniones y dependencias jurídicas. La Liverpool Philarmonic sede de la orquesta Filarmónica del Reino Unido, la Catedral de Liverpool; todos con singulares atractivos. De pronto llegamos a una rotonda y el guía nos señala una barbería “Tony Slavin” en la calle Smithdown nos dice con voz profunda:
―Aquí, se cortaban el cabello los Beatles cuando eran jóvenes. ―Todos miraron con más atención y muchos recordamos nuestros propios cortes de cabello en el peluquero del barrio. El guía es muy ameno y nos dice que estamos por llegar a la calle Penny Lane y que podremos bajar para tomarnos una foto. Descendemos con los corazones acompasados, esperamos nuestro turno para tomar las vistas históricas para la familia y comenzamos a retornar, en eso, la vocecita de Morgana.
―¿Hemos bajado, solo, para eso? ―Bueno, aún, debo seguir explicándole algunas cosas sobra la banda sonora de la vida de su “abu”.
Llegamos a Strawwberry Field y hay rejas que cuentan muchas historias. En el camino nos permiten tomar fotos de las casas de John, Paul y Ringo. Las casas se conservan, tal cual, desde décadas atrás; esto, porque, la arquitectura es muy similar y tienen un periódico y obligado mantenimiento que deben hacer los propietarios. Estando por concluir el tour, el guía se pone a cantar dos melodías de los Beatles con su ukelele nos llena de nostalgia y hace que su voz, cada vez, se parezca a ellos.
Terminada la travesía, a almorzar y de allí, al barrio de Cavern Quartier para llegar a Mathew St N°10 donde está the Cavern Club. Después, de pagar las entradas fuimos bajando las obscuras escaleras. Antes, esto fue una bodega, luego, su propietario lo convirtió en una taberna para imitar los bares subterráneos con música jazz franceses. Con varios arcos, techos bajos, todos de ladrillo fuimos siendo captados por el magnetismo Beatle. The Cavern es la versión reconstruida con parte de los miles de ladrillos de la original que fue derruida, se ubica en el mismo lugar (ocupa el 70%) que la primera y se ha respetado, escrupulosamente, la misma distribución. Aquí, tocaron antes de su destrucción bandas como Rolling Stone, Queen, Elton John, the Who, etc. Después, de su reconstrucción han hecho su intervención importante músicos de categoría mundial. Terminamos de bajar las escaleras y parece que estuviéramos en una especie de catacumbas, pero, aquí, hay mucha vibración musical y alegría en la gran cantidad de personas que están sentados en mesas tomando sus cervezas, fotos en los murales y en cada rincón de la caverna. En ese momento en el estrado está Craig L W, un joven desgarbado, alto, con el pelo sobre la frente y cuando comienza a cantar hace que imaginemos a un John en sus inicios, realmente, estás inmerso en la música. Miro a Nelia, a mis hijas y a Morgana y creo que por un momento están capturadas por los acordes que rebotan simétricamente entres estos arcos y paredes; finalmente, crees lo que quieres ver. El lugar es como para quedarse, pero, aún, nos falta seguir callejeando hacia las estatuas; salimos del barrio Cavern Quartier y entre grandes edificios neoclásicos llegamos al malecón para ver sonreír a cuatro jóvenes que siguen haciendo historia.
Pronto saldrá “Now and then” una canción inconclusa de John (década de los 70´) después, de la muerte de Lennon fue desarrollado por Paul, George y Ringo. La voz de John Lennon fue extraída de la maqueta original con IA. Esta sería la última creación de the Beatles.
La hora avanza y ya debemos retornar al terminal ferroviario para retornar a Londres. Ya no se escucha el característico traqueteo de los ferrocarriles de hace décadas, pero, el tenue zumbido de este tren eléctrico parece el remanso de una arcana acequia que sigue llevando las ondas de la música de mi infancia.

sábado, 18 de noviembre de 2023

********** VIAJERO SILENTE **********
PARTE 01
La ropa de toda la familia se ha hecho lo más chiquita que se ha podido para alcanzar en las estrictas maletas que no permitirán que sobrepasen el p



eso que exigen las aerolíneas. Ya estamos listos para partir al viejo continente y sortear todas las circunstancias que se van a presentar, comenzando por la recepción de los tiques en el aeropuerto. El hecho es que ya estamos sentados en el avión listos para partir. ¡Uf! Gran alivio.
Cuando asumo que voy a estar doce horas en el aire a más de 10,000 msnm, casi, sin moverme para no incomodar al pasajero de al lado, me da la sensación de estar en un nicho, solo, me queda pensar para escaparme del forzado encierro. Peregrinos recuerdos comienzan a dar vueltas en mi preocupada mente, poco a poco, se van sumando en incesante riada y sin ton ni son se mezclan en una suerte de asustada estampida pugnando por escapar. Mil y un pensamientos comienzan a dibujar sus alocadas escenas en mi febril encierro confundiendo tiempo y actores. En mi cerebro se ha dado un desplazamiento temporal donde confluyen múltiples estados de tiempo en mi línea temporal. Por eso, se entrecruzan el Chalo de nueve años que va a comprar el crujiente pan de Maquera en Cocachacra (el único fin es comerlo calientito) con el Chalo de diecisiete que está practicando pasos de baile a escondidas para no tener tropiezos cuando tenga que bailar un "lento" en la fiesta del sábado. Si, a eso le sumo los recuerdos que afloran con la música que voy escuchando con los audífonos puestos, es un tropel de desesperados recuerdos, todo, con tal de no pensar en el tiempo que me queda por estar suspendido en el aire.
Parece tonto, pero, son tantas las cosas que imagina uno a "estas alturas" que no es raro tener pensamientos como:
—¿Y, si se cansa el avión de estar tanto tiempo en el aire?
—Si hubiera hecho caso a mi mami de no ir a “sacar” caña a la chacra, seguro que no me habría roto la cabeza en la acequia que está en el pasaje de la familia Pareja. Si hubiera tenido el valor de haberme “mandado” con Lucy y le hubiera dicho que me gustaba a mis once años, a lo mejor me decía que sí y hubiera sido mi enamorada. Así, me fui paseando junto a los incondicionales “Y, si” a lo largo de varias épocas de mi vida. Miro la hora, solo, han pasado tres horas,
—¡Faltan nueve, todavía!
Al fin, Londres, el tren nos lleva del aeropuerto al Terminal del Ferrocarril Victoria (el segundo más transitado de esta ciudad, Vannia ha tenido la precaución que el hotel esté cerca al terminal) aún, así hay que caminar unas siete cuadras. Los cinco vamos en caravana jalando nuestras maletas entre calles limpias, ordenadas y llenas de colores por las plantas que están en todos los pisos y balcones. Tomar el metro donde solo conocía la palabra “exit” fue el inicio del espacio que iba a ocupar en este periplo, me estaba convirtiendo en el viajero silente. No entendía el idioma, así que, tuve que dar un paso al costado en el liderazgo de la troupe. Transitar las calles de Londres es una organizada fascinación de imágenes supuestas que van dejando en claro la circunspecta personalidad de una urbe cosmopolita que no deja de lado su estirpe. Sus clásicas construcciones mantienen sus coronadas chimeneas como banderas de la poderosa industrialización que iniciaron en 1760 y que les permitió ser primera potencia mundial. Con el paso de los años los humos de sus fábricas y la característica neblina da forma a una ciudad un aire sumamente contaminado. Me imagino la gran neblina que se produjo en Londres en 1952 fue tan brutal que costó la vida a miles de londinenses que comenzaron a llamarla “el gran humo”. Paseando con el Big bus fuimos disfrutando de amplias avenidas con muchas y extensas áreas verdes. Es una arquitectura amable, agraciada y distinguida para el caminante, amplias veredas, bancas y sillas dan el respiro a los paseantes, las recorremos antes de llegar a uno de nuestros destinos: La Gran Torre.

Mirando el Támesis me pareció ver las naves vikingas ir para tomar por asalto a Londres, por un momento estaba en las figuritas que había visto de niño que se confundían con las imágenes de la serie Vikingos de Netflix, pero, esta vez, la realidad supera mi imaginación. Visitar la Torre es respirar aires de historias guardadas entre este enorme castillo que representa el poder y abarca casi siete hectáreas y guarda en el centro a la Torre Blanca y a las joyas de la Reina. Ambos recintos se comenzaron a construir en el siglo XIII, es decir, estamos en senderos donde transitaron hombres y mujeres que hicieron parte de la historia de Inglaterra. Armas, cascos, armaduras, pasadizos, recodos, cadenas y los ecos que se filtran por estrechas ventanas dibujan pasajes de hechos acontecidos hace tantos años. Es una visita que te embriaga de aventuras y la imaginación se dispara. Saliendo del castillo fuimos a ver la hora en el Big Ben, cientos de personas pululan y pugnan por tomarse fotos y selfis. Me quedo mirando la variedad de razas, a lo mejor, veo pasar por ahí a Bond, James Bond. Cruzamos el Támesis para ir a ver la nueva atracción londinense el London Eye, una espectacular noria que nos hizo ver desde sus 135 m de altura gran parte de la ciudad. Tres días es nada para conocer Londres, pero, es intensa la percepción en nuestros agudizados sentidos por capturar todo lo que está a nuestro alcance. Nos acercamos un poquito a la realeza llegamos a las puertas del Palacio de Buckinghan y la fuerza del celuloide nos llevó a un lugar conocido como Notting Hill, esta vez, para ver si nos encontrábamos con Hugh Grant o Julia Roberts, lo único que conseguí fui mostrar mi libro en la librería the Travel Book Shop. 

martes, 3 de octubre de 2023

CUANDO EL 1% ES IGUAL AL 99%

 Nuevamente, aparece la fisura de tiempo me filtro, sé que me va a doler, pero, me dejo llevar una vez más. Por enésima vez estoy en Raizla y dentro de mi juvenil cuerpo. Esta vez, aparezco en la esquina de su sala. Está repleta de muchachos y guapas chicas. El motivo de la fiesta es el cumpleaños de su hermanita menor. La fiesta está en todo su furor “Rock your babe” hace que nos contorsionemos a todo ritmo. Han pasado varios meses desde que la había conocido en el verano. Comenzó el año escolar y ella regresó a su casa a un distrito lejos del mío. A pesar de eso, comencé a ir a visitarla, tomaba dos buses para llegar a su casa. Cada vez, la sentía más cercana, pero, era difícil estar a solas, sus hermanitos pasaban a cada rato para darnos un “ojito”. Mientras, poníamos discos conversábamos de música y yo le contaba mis historias. Pero, ahora, en la fiesta con tanta gente no me sentía muy seguro y a ella la veía diferente, más bonita e inalcanzable.

 

Vino el lento de “Bluebird” de Paul Mc Cartney, imposible desaprovechar la oportunidad de no estirar mi mano y pedirle que baile conmigo. La abrazo, muy despacito, los compases endulzan el momento y en cada uno de mis respiros bebo de su hermosura. Ahora, tengo que dar el siguiente paso, mis sienes laten, cierro los ojos (cobarde, yo) y con el temor que me está haciendo perder el paso del baile aprovecho que gira el rostro para decirle:

Tengo que decirte algo. Ha sido mi pronunciamiento más difícil y complicado que he dicho en años.

¿Qué, cosa? Su cristalina voz es diáfana y transparente su mirada tiene ese dulce color marrón que me desarma y descompagina. Ella sonríe y lo está haciendo para mí. Eso renueva mis exiguas fuerzas y uso como pista su cándida mirada para deslizar mi voz que sale del borde de mi abismo.

Tengo que decírtelo, afuera. Con esos ojos que me han capturado y el leve movimiento de su cabeza, asiente. En mi loca emoción comienzo a salir primero entre todos los invitados que llenan la sala y el comedor. Llegando a la puerta me doy cuenta de que ella va detrás, espero a que avance, mi miedo me hace descortés. La música está en su furor. Caminamos por el poco iluminado pasillo de la Quinta Raizla, para mí, es como transitar el “pasillo de la muerte” de los condenados. Llegamos al filo de la entrada, la calle está llena de carros y personas. Al fin, estamos solos, la tengo al frente, comienzo a abrazarla con mis ojos , ella…

He repasado, tantas veces, este episodio que, cada vez, que lo evoco siento que he perdido muchas escenas. El paso del tiempo ha sido un naufragio mental, estoy desesperado, porque, no logro recuperar varios de esos momentos, hago que mi cerebro intente buscar en los recónditos lugares de mi memoria y lo único que he conseguido en cada regresión es ir perdiendo detalles.  

Bueno, imagino que desean saber que sigue. Prosigo.

Su bello y perfilado rostro, de suave tez con tono marfil vainilla me enajena, está atento a lo que tengo que decir. Y, la verdad es que, tal vez, palabras más o menos le dije con mi voz que salió de lo profundo de mi alma.  

Desde que te conocí, solo, pienso en ti, tu imagen la tengo fija aquí (con mi índice señalo mi sien) sé que te tendré para siempre. No sabes la alegría que tengo cuando junto dinero para mis pasajes, ese día se hace diferente, todo es más alegre. Cuando te llamo por teléfono y van a tu casa para avisarte, tiemblo de miedo que no respondas mi llamada o me digan que no estás. Pero, cuando contestas tu voz parece canto de angelitos. Hago un silencio y despacito respiro profundo y, sin más, disparo como metralleta la pregunta.

¿Quieres estar conmigo? Mis ojos se clavan en ella, trato de adivinar por sus gestos la respuesta que no tarda en llegar.

Tengo que pensarlo, te diré en dos días. Se desploma mi castillo de ilusiones, pero, su voz tiene sabor a radiante mar y su tono de miel hace que no me sienta tan perdido.

¿No puedes darme algún adelanto?

Bueno su sonrisa me enseña el paraíso.

Tienes el 99% de que sí Mi esencia salta del acantilado de la pasión, no quiero que se termine el momento, gozo con el delirio. Me despido lo más rápido que puedo, porque, ya está acercándose el último bus. Corro, vuelo para sentarme y recordar, una y otra vez, este precioso momento, flota la pasión. Tengo el 99% de que me diga sí, tengo al mundo.

 

El bus, casi, está vacío, me siento en la última fila y me pongo a recordar las recientes escenas. En eso, mi cara se transforma cuando mi cerebro expone la posibilidad del 1%, se rasga mi alma y a mi momento se le está yendo el color. No puede ser que el 1% pueda robarme mi alegría. Conforme avanza el bus los números 99 y 1 comienzan a tener el mismo valor en la balanza de mi trémula ansiedad.  ¡No puede ser! Esto se puede acabar sin comenzar.

 

En cada visita de tiempo, cada vez, recuerdo menos y eso me mata. Aún, escucho la música que llevo, aunque, haya dejado de sonar.

¿Si vuelvo a encontrar otra fisura de tiempo?

¿Volveré a saltar?

¡Seguro que sí!

Aunque, sea por el 1%

 

sábado, 29 de julio de 2023

SUSURRAN LOS 66

 Siento un tenue, pero, firme susurro. Giro la mirada al escucharlo.

No te olvides que llegué para quedarme miro a esta vuelta del sol que se acomoda en la pantalla de mi visión y a manera de película despliega un largo tapete de escenas que he vivido en este ciclo.
Rememoro y desfilan los gratos momentos que he tenido, el cinematógrafo de mi vida me muestra a fantásticas personas que he conocido en esta vuelta, su cercanía me ha revitalizado, aprendí muchos con ellas y a otras les dije adiós.
Me voy quedando solo, pero, mejor acompañado. Es indefectible que piense en la 'U' de la felicidad que habla López Rosetti.
Estos inéditos círculos de acercamiento propician nuevas metas por alcanzar, debo seguir tejiendo los circuitos que conecten mi nave mental y junto con los propulsores estructurados con mis emociones siga este impresionante viaje por este universo llamado vida. 
Sonrío.
Claro que te quedas, aún, queda mucho por descubrir y tu experiencia es energía para seguir.
Me acomodo y pulso la armonía de mis recuerdos para ir en búsqueda de los que me faltan.

martes, 18 de julio de 2023

"Retazos mis lugares... mis momentos" - PRÓLOGO, Dr. Oscar Salinas Zegarra


 

"Retazos mis lugares... mis momentos" (2016). Fue el primer libro que publiqué y quiero compartir con ustedes el exquisito prólogo que realizó mi amigo, Oscar Salinas Zegarra. 

PRÓLOGO

 

RETAZOS…mi tiempo…mis momentos, así se inaugura el manantial de vivencias estrujadas
del alma, del pozo inagotable de un caminante de la vida (“caminante, no hay camino, se hace camino al andar”) que trasunta la quietud que en innumerables ocasiones nos persigue. Pero, él se pone de pie para cabalgar junto a la borrasca de coyunturas que lanza a los vientos de la tarde: “Ya no me duelen los pies, ahora me duele el alma por todo lo que se fue. Hoy solo me queda un cálido recuerdo que cada vez se hace más grande”. Y no se equivoca, el inconmensurable paradigma que nos entrega indica que “mirar hacia atrás” significa voltear la enciclopedia de la existencia para ensimismarla en los pies de la humanidad. 

RE TA ZOS… lleva a escuchar con atención “el sonido del silbato o pito que se expandió sonoramente por el cielo del puerto”. Efectivamente, el puerto de Pacasmayo se yergue desde las entrañas de esas arenas que amanecen y pernoctan con el efluvio de un mar hipotecado a la alegría. Colgarse del andén en el tren de una felicidad compartida al entrar en los albores de la infancia, significa atravesar los linderos de San Pedro de Lloc, Calasnique, donde las vías se dividen en dos ramales: uno va rumbo a Chilete y el otro, el que tomaremos, nos llevará por la provincia hasta Guadalupe . Y allí, ¡Oh, Guadalupe!, se hacen trizas las ventanas del recuerdo, al recoger la palabra enhiesta del “Padre del autor”: Esta
calle nos lleva a enfrentar la tornamesa donde daba la vuelta el tren para regresar a Pacasmayo”. Y, para sus adentros, lo persigue la voz que se atraganta en el epicentro de sus años: Cada vez que llego a mi Pacasmayo, no dejo de ir al recinto que acarició mi niñez, vuelvo al vetusto andén en el que correteé sin traba alguna. Contemplo la estación que no existe y que la gente de hoy solo ve en él una antigua casona. 

RE TA ZOS…vuela meridionalmente sobre la cabecera de un mundo que presenta matices de ficción, de presencia altanera para convulsionar con el devenir del ejercicio de vivir:”
Conforme pasaron los años, la actividad en el puerto fue decreciendo, muchas de las casas comerciales desaparecieron, el ferrocarril dejó de funcionar y gran cantidad de personas se quedaron sin trabajo”. El lenguaje coloquial que el autor desarrolla, se engarza con el collar de episodios a los cuales identifica: “El Puente San Juan”,” Don Pedranto”, “El Trapecio”, “Chocolate de mis Recuerdos”, “Cosas de las fiestas”, “Un crimen en Pacasmayo”, Distraído”, Chicamita y el Flaco Villavicencio”, “La tarde de mi matrimonio” y “Mi casa de la calle Ayacucho”, entre otros.  

RE TA ZOS…erosiona la pasión del almanaque al hacernos partícipes de la pulsación de esas calles pueblerinas en un inefable 20 de febrero de 2016, en
que coincidimos para una efeméride, y enrostrarnos la tarde calurosa en las retinas de la nostalgia hecha compulsión. El papá del autor levanta la mano, apretuja
la mirada y direcciona el dedo índice para balbucear:Esa, esa es mi casa, la casa de mi niñez”. Y el autor la describe así: “De hermosos balcones de madera, pintados con ese color marrón que solo da el tiempo, enmarcan la entrada a mi casa. Cuatro escalones me llevan hasta las ondeadas paredes amarillas de adobe, donde resalta el blanco de sus puertas a las que están adosadas mis conocidas lunas que siempre reflejaron mi infantil imagen hasta la moza figura que hoy me devuelve”. 

RE TA ZOS… convive con una dualidad de “padre a hijo” o de “hijo a padre” confundiéndose umbilicalmente en lo que podría llamarse “dos vidas, un camino”. El autor, hijo, nacido en la frondosidad de una estirpe que comenzó a evolucionar con él, se transporta hacia el momento de su aparición en el mundo para convertirse en el lenguaje de “su padre” y narrar este advenimiento: “Llegué avanzada la madrugada, cansado después de haber tocado el piano (instrumento que se convertiría en paladín de grandes hazañas) y allí estaba Estelita, hermosa, con una suave luz que la irradiaba todita. Con su gracia sin fin me dice: Allí está nuestro hijito. Luego de abrazarla y besarla miro a mi primer vástago. Era un punto negro entre las sábanas blancas”. Más adelante se encuadra en la partitura de lo que hoy se observa:” Al atardecer de su vida, aquel hijo regresa para estar con su padre. Ahora es él quien lo va a acompañar y cuidar. Pero ya no van de la mano, ya no es el papá quien lleva a su hijo. Ahora son dos padres, dos hijos, dos amigos que van abrazados hacia el rumbo que solo Dios sabrá cuando concluya”. 

RE TA ZOS…incinera el relato al poner en evidencia lo aciago que puede ser la vida. La tía Teresa, embarazada, camino a Chilete, sucumbe en un accidente de tránsito. Su esposo lucha contra el dantesco episodio: Un bus ardiendo a plenitud. Ingresa para sacar a su cónyuge, pero sus esfuerzos son vanos. “Se encontraron los dos cráneos. Uno de ellos, el más pequeño, tenía incrustado un perno que le había causado una muerte instantánea. Los demás restos estaban calcinados, no se podían distinguir unos de otros. Por eso, se les puso juntos en una sola cajita”. 

RE TA Z0S…recorre primero el periplo del padre, narrado desde la perspectiva del hijo. Lo ve a la distancia como “comisionado del arroz” de la entonces Caja de Depósitos y Consignaciones estirando la visión hasta perderse en la bruma de ausencias, muchas veces prolongadas, hasta lindar con lo anecdótico, tal el caso de su estadía en la calurosa Pucallpa y la llegada inopinada de Estelita y sus cinco hijos: “No estaban en mis planes inmediatos la llegada de mi familia por lo que no estaba preparado para recibirlos. Ya en el aeropuerto, manifesté: Suban con sus cosas al Jeep, sube Estela. ¿Y el chofer? ¡Conduzco Yo! Y Ella replicó ¡Ah!... con que ya sabes manejar y tienes carro”. Luego, el autor da paso a su óptica
para enarbolar la aureola de “las ninfas del pozo” representadas por las hermanitas López, al pintarlas con un lenguaje de excepción: El aire, gratamente perfumado por suaves matices del verde que nos rodeaba, poco a poco se apoderaba de uno y una secreta felicidad iba embargando el espíritu”. 

RE TA ZOS… conmueve, elucubra ideas, transmite, plasma historias y sortea el horizonte de las palabras.  “El viento de esa tarde yurimagüina que trataba de tranquilizar los iracundos arrebatos del calor de aquel día” se interpola con la estampa de la plaza de armas y la majestuosa catedral Virgen de las Nieves. El paso del tiempo se aquieta al referirse a la siguiente frase: “Hoy que se escribe sobre una pantalla interactiva. Cuanto añoro hacerlo sobre un papel. Voy a escribir una carta. Ya en la librería pido papel para carta y el sobre; doblo cuidadosamente el papel por las puntas extremas y sujetándolo con dos dedos voy a casa luchando contra el viento para que no me las arrebate”. Y, más aún, cuando extrae del cofre inédito de su emoción, la imagen vívida de una ninfa en bicicleta: “Su cabello es marrón, pero no cualquier marrón. Es suavemente acariciado por el entonces inexistente viento que despliega su ondulante longitud. Tanta es su belleza que mis tímidos ojos se humillan y bajan hacia su largo y aristocrático cuello. No hay fotografía, no hay video, es la instantánea que mi corazón ha tomado y lo ha guardado”. 

RE TA ZOS…cincela orificios sempiternos. El autor elucubra sonidos guturales al pincelar
su llegada a la Blanca Ciudad para enrolarse en ECAS.A. e introducirse en la pensión de Doña Sofi: el cuarto es pequeño, la cama de bronce, pintada de blanco, está prolijamente tendida, un colgador de pie, una mesita con su silla en la otra esquina y una pequeña repisa que guardaría mis novelitas del oeste”. Con una prosa ligera y grata, va exteriorizando las vivencias repartidas entre el sillar y los adoquines que matizan el empedrado de la volcánica Arequipa. Las anécdotas se suceden en el diario discurrir del trabajo y las horas destinadas a
conocer la ciudad.Llegar a la oficina por la tarde es un hecho que recuerdo con gran placer y nitidez. El sol de Arequipa es un regalo convertido en luz y acogedor abrigo”. 

RE TA ZOS…sucumbe y enfrenta a los estereotipos de la urbe arequipeña.  El autor la hace suya llevando sus latidos hacia las cumbres de mosaicos entregados con emoción: “A levantarse que es lunes”, “Afeitándome”, La encomienda”, “Sol de invierno”, “Una salteñita”, “Manuel Antonio”, Falta champagne” y, principalmente, “Un 15 de agosto: Las personas lucen sus mejores galas y como un desfile familiar se apoderan de las veredas y emprenden rumbo a la Plaza de Armas. Voy tras ellos y por breves momentos me siento parte de esta explosión de alegría que parece brotar de los cráteres de sus volcanes y que como cenizas de entusiasmo caen, casi religiosamente sobre los arequipeños”.   

RE TA ZOS… también, introduce a pulsar la “redonda” en los pies de varias ciudades donde se enarbola, sin pedir permiso al cansancio, “la canchita y yo” (¿Y, nosotros?): “La serie de transformaciones que acontecen cuando tú, la pelota y yo conversamos. A veces, eres playa, en otras tu trama es empedrada con aroma a chacra y, a veces, te vuelves lozana y brillosa con tu relieve de cemento”. En un párrafo escondido, se encuentra salpicado un inefable estribillo: “Pasaron años, con muchos jugamos, a varios conocimos, pero siempre fuimos la pelota tú y yo”.  Y, como colofón a estas vivencias, se despoja de todo atavismo al enhebrar en el tiempo el pálpito de sus ideas: “En todo caso, el pelotero es aquel que se convierte en un adorador de la pelota, por lo tanto, NO PUEDE SER CUALQUIERA, por eso somos de un linaje diferente, singular… único”. 

RE TA ZOS…conmueve, indica caminos irrepetibles, confundidos en el zigzagueante destino
familiar. Es la hora de referirse a su progenitora que reposa y señala
el “camino a Campo Fe: Llegar entre verdes prados, aspirar el aroma que trae el aire de los sauces, recrearse y despejarse al ver los gansos deslizándose sobre el lago, todo contribuye para que el persistente sol llene de colorido nuestra vista y nos de cierta tranquilidad cada vez que vamos a visitar a mamá”. En una estridencia incomprensible, se anida en su cerebro una especial sinfonía: “Deshice tu cuarto casi inmediatamente que partiste, no quería tener en la retina tus últimos días pero, ahora por estar junto a mis hijos, voy por el camino que ya transitaste”.                      

RE TA ZOS…sobrevive al empuje de los años, al arrastre pormenorizado de enjambres adosados en el mapa de nuestro suelo. El autor toma las bridas de su carruaje y llega a la sierra central, posesionándose en el Ingenio Huanca como primer peldaño:” El sol huancaíno se encarga de pintar de intensas tonalidades los cerros que circundan al criadero de truchas más famoso de la región”. En un segundo peldaño, lo encontramos enfrentado al “Tren Macho: El sol declina y empieza a dar fantasiosas formas a los acantilados que estamos pasando. El viaje ha sido magnífico y el tren hizo honor a su apelativo, salió a la hora que quiso y llegó como pudo, todo un Tren Macho. Al doblar hacia el tercer peldaño, se cruza con la recóndita laguna de Choclococha, al otro lado del mundo: “Me quito la mochila y me siento en una piedra que parecía esperar que lo hiciera. Mientras contemplo la laguna y sus islotes, el aire me dice que ahora soy parte tuya porque tú me respiras, pero, pronto, me iré y seguiré con mi interminable viaje”. 
RE TA ZOS…sigue escalando los andariveles de la geografía andina. Llega al cuarto peldaño y va “Rumbo a Ayacucho: Camino entre las personas que marchan apresuradas, la sensación de bochorno es cada vez mayor, casi estoy transpirando, pero no interesa estoy en la ciudad de las iglesias y podré iniciar mi sentida peregrinación entre antiguos templos que recibieron a tantos peregrinos”. Todo ello no es sino el preludio que se interpone para musicalizar la travesía verdadera que interpola todos los peldaños: “Mi viaje a Choquequiraocontando con el apoyo de su compañero y el arriero, pasando por Cachora, Huancacalle, Cocamasana, Chiquisca, Capuliyoc, Playa Rosalina, entre otros. Luego, en otro día, como quien lanza un proyectil a las profundidades de la tierra, ataca por el costado los hitos de Uchuhuerta y Raoypata para posesionarse de Marampata y de allí, a como lugar, pulsar los abanicos de los cóndores guardar en las retinas la fabulosa ciudadela de Choquequirao 

RE TA ZOS…se traslada, se levanta, se desboca, respira sonríe. Pareciera que el universo ha cercenado los confines de la dicha cuando, al borde de la imaginaciónel autor nos dice:” En ese instante hacen su aparición los dueños del cielo. Es casi sobrecogedor ver planear a los cóndores con una majestuosidad que nos hace tambalear”. El claroscuro de la rutina horaria para entornillar el relato, presenta una explosión de diversos matices: “Después de una de las curvas aparece una imagen que a la fecha no me abandona, nos quedamos atónitos al contemplar las primeras construcciones incas en plena ladera. ¡Fantástico!, murmuramos. Ya estamos dentro de las lindes de Choquequiraola alegría es por haber concretado un objetivo, un anhelo casi misterioso que mimpulsó a dejar la cómoda Lima para poder apreciar, sentir la mamapacha”.  

RE TA ZOS… describe con íntima sonoridad los desvelos de quien se inocula con la fiebre de todas las sangres. Da vuelta a las páginas para enrumbar a “La Perla del Huallaga”. Esta vez se reúne un triunvirato de polendas bajo el apelativo de “Los Rodríguez”: El autor, el padre y el hermano se encargan de abrir la trocha vivencial inaugurando a cada paso el sonido del silencio. “Una de las consignas es apreciar el Abra de Porculla en el departamento de Piura. Al día siguiente gozamos de un espectáculo donde las nubes tienen inusuales formas con raros matices por las caricias que les prodigan los rayos del sol. Si no supiéramos la hora dudaríamos si se trata de un amanecer o atardecer. Ya estamos en el Abra, esa ruptura de la cordillera de los Andes que nos permite acceder entre ella para llegar a la Amazonía”.  Luego, se escucha un comentario: La tarde ha llegado y nosotros ya estamos en la preciosa Chachapoyas. 

RE TA ZOS…consigue acrecentar las ilusiones que se forjan con el tiempo. Se va constituyendo en la piedra angular adormecida en el arrecife de los sueños. “En la posada de Cuispesdesplegamos la estrategia para visitar a la encandiladora Gocta y a la misteriosa YumbillaMuy temprano salimos a su encuentro. El camino es un sendero empedrado que se
interna a la selva y el sonido de los cascos de los caballos se confunde con los de la naturaleza”. La ilusióque se patentiza en los ojos va cobrando alegorías de fantasía
al entrar en contacto con lo irreversible: “La visión es esplendorosa. Nos quedamos varios minutos contemplándola (a Goctala catarata soñada). Dejamos atrás al guía quien, sonriendo, ve cómo vamos al encuentro de ella”. Pernoctando en las cornisas de la emoción, los tres adoradores de lo imposible, consiguen poner en su equipaje la otra catarata: “Nuevamente la lluvia, levantamos el rostro para recibir esa bendición, mojados, transpirados,
cansados pero jubilosos recibimos la noticia que ¡a la vuelta está el mirador, es Yumbilla!”. Al describirla, fluye el lenguaje en el corazón renovado del autor: “Es fastuosa, sin ser petulante, magnífica sin llegar a ser ostentosa, la damisela colmó nuestras expectativas”. 

RE TA ZOS… va cincelando la cadencia de las emociones hasta hacerlas estentóreas. Se inmiscuye en cada minuto que intenta perennizar. Despierta sensaciones indescifrables: “Un padre lleva de la mano a sus dos hijos. Acaban de llegar (Yurimaguas) para enfrentar un nuevo reto y dilucidar un nuevo horizonte. Los vástagos caminan con la seguridad y alegría que infunde el joven padre. Hoy, cuarenta y siete años después, estos actores tratarán de repetir esta incursión. Caminamos apurados por ambas veredas, los tres queríamos llegar primero, ¡Mira la iglesia!, ¡Aquí estaba nuestro colegio!, fotos por doquier como si en el fondo quisiéramos retratar nuestro pasado, ¡vamos, al puerto! Ahora, estoy mirando el amplio río donde me bañé y es testigo de calenturientos lances amorosos en
mi inicial adolescencia”. Como queriendo arrancarle a lefigie de la montaña, sus secretos y sus misterios, elucubra un epitafio: “Nos miramos los tres, sonreímos como entonces y nos abrazamos como siempre”. 

RE TA ZOS… habla, descifra, escribe y enarbola recuerdos y recuerdos. Tal es así que destila una alegoría desprendida de los compases de la vida: “Criar recuerdos”. En eso preguntamos ¿Quién enseña a criarlos? Y al transportamosjunto al autor, al párrafo de la música hecha piano: las notas se adueñan de la sala, armónicamente entrelazadas salen del piano de media cola de papá. Mientras sus hábiles manos acarician las teclas, el tango Madreselva, hace que, en algún remoto lugar de mi sensibilidad, despierte, me sobrecoja y mis latidos marquen ese mítico compás”. En estos momentos se patentizan los aplausos que se prodigaron hacia los vértices de la noche de un inefable mes de febrero de 2013, al haberlo escuchado en un recital que nos transportó a la cúspide de los arpegios musicales. Un hombre, un piano, una vida…fue el corcel que galopó por entre los pasillos del salón auditorio “J.J. Cobián” de nuestro bien amado Club Pacasmayo. 

RE TA ZOS…es algo más que un enjambre de sentimientos anidados en los acantilados de los años. Es pulsar el firmamento de la historia, repetida o inaugurada muchas veces con otras marquesinas. Es llevarnos hacia ese puerto viril llamado Pacasmayo y hacernos partícipes de algo sobrenatural concebido desde los albores de muchos pasos que se aquietaron al pie de la tumba –mausoleo de la familia Laos Cazorla, padres no biológicos de Gonzalo Rodríguez Guttiprogenitor del autor y, por consiguiente, de toda la estirpe de los Rodríguez Burgos. Esa mañana del 20 de febrero último, volaron mil palomas hacia el recuerdo de todo lo vivido por este personaje en sus 22 años que estuvo bajo la tutela de sus tíos abuelos. Entonces, al bajar del cementerio y sentir cada grada que aplicadamente lleva al muelle de otros tiempos, nos tomamos de las manos para recibir ¡al unísono! la diáfana sonrisa del mar que, amigablemente, nos espera. 

Lima, o Arequipa, o Pacasmayo, en un caluroso mes de
marzo de 2016… 

 

Oscar Salinas Zegarra. 

 

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