¡ELLLLL TOOO CAAA DISCOSSS!
“La música es lo que se quiere y
se siente”.
Así, una profunda y poderosa voz
iba sedimentando los surcos melódicos en la memoria sonora de Arequipa. Una voz
vibrante, con singular fuerza, una voz que no cantaba, pero que tenía la
melodía y el ritmo de las mejores canciones. Esa voz pertenecía a Pepe Jarufe,
el hombre que, desde una cabina hizo que su programa "El Tocadiscos",
transforme la radio en un oasis emocional, un espacio donde la música y la
palabra se fusionaban en una experiencia íntima y trascendente.
Mi amiga Ana
Maria Sanchez Rivera posteó en sus redes sociales una foto donde estaba
Pepe Jarufe. No tenía idea alguna, cómo era su fisonomía, pero siempre fue una
grata y elegante compañía musical en mis primeros años de soledad en la Blanca
Ciudad. Al contemplar la fotografía una cascada musical hizo que mis emociones
se vivificaran y corrieran con inusitada fuerza en mis ríos de sangre. Una
vertiginosa secuencia de coloridas imágenes se impregnó en el ecran de mis
recuerdos e hicieron que mis latidos tuvieran otro compás, otros deseos, otros
ímpetus. Con verdadero frenesí me puse a buscar información sobre Pepe Jarufe y
su reconocido programa “El Tocadiscos”. La búsqueda fue ardua, me encontré un
desierto de olvidos donde están las grandes personalidades. Fueron varios
intentos fallidos en diferentes días y cuando ya comenzaba a procrastinar, mis
caminatas matutinas me lanzaban directos venablos para no cesar en la búsqueda
de los caros momentos que disfruté con “El Tocadiscos”
La voz de Pepe Jarufe no solo
presentaba canciones; creaba una atmósfera única. Su tono, cadencia y pasión
hacían que cada canción sonara aún más especial, como si fuera un regalo
exclusivo para sus oyentes. Su estilo vocal, lleno de finura y elegancia, transmitía
un sentido de importancia y exclusividad. Cada éxito que presentaba se sentía
como algo grande, algo que merecía ser escuchado con atención y respeto.
Aunque, era un desconocido en persona, su voz se sentía como la de un amigo
cercano. Su calidez y familiaridad hacían que los oyentes se sintieran
acompañados, como si caminara junto a ellos en sus pretensiones, anhelos y
objetivos. Al presentar los éxitos musicales del momento, su voz no solo
anunciaba canciones, sino que también auguraba el éxito personal de sus
oyentes. Escuchar su programa era como recibir una dosis de motivación y
confianza.
El programa de Pepe Jarufe se
convirtió en una cita diaria, semanal y anual para sus oyentes. Era un espacio
reservado para lo espléndido, un momento en el que todo lo demás quedaba fuera
de la órbita del disco que giraba. Su voz hacía que el momento presente se
sintiera palpable, intenso y vibrante. Cada canción, cada presentación, era una
experiencia en sí misma, un instante que quedaba grabado en la memoria de
quienes lo escuchaban. Pepe Jarufe no presentaba cualquier cosa; su programa
estaba reservado para las grandes cosas, para aquellas que nos hacían sentir
distintos. Su voz era un filtro que seleccionaba lo mejor de lo mejor, y al
hacerlo, elevaba el gusto y la apreciación musical de sus oyentes.
La pasión que imprimía en sus
soliloquios hacía que su programa fuera más que un simple espacio radial; era
un lugar donde la música y las palabras se fusionaban para crear algo único y
memorable. Aunque el tiempo pase, la voz de Pepe Jarufe sigue resonando en la
memoria de quienes lo escuchamos. Para muchas personas, su voz es un símbolo de
una época, un recordatorio de momentos felices, de sueños y aspiraciones. Su
legado no está solo en las canciones que presentó, sino en la forma en que hizo
sentir a sus oyentes.
La voz de Pepe Jarufe fue mucho
más que un instrumento para presentar música; fue una fuerza que transformó la
experiencia de escuchar radio en algo íntimo, vibrante y lleno de significado.
Su capacidad para crear atmósferas, conectar emocionalmente y elevar la
experiencia musical lo convirtió en una figura icónica, cuya voz caminó junto a
sus oyentes y los hizo sentir parte de algo grande. En un mundo donde la música
y las voces van y vienen, la de Pepe Jarufe permanece como un recordatorio de
que, a veces, una voz puede ser tan poderosa como una canción.
Aquí, les dejo la introducción a
su programa con su inconfundible ELLLLL TOOO CAAA DISCOSSS” y presentando su
cortina musical, como un hit. Se trata de la interpretación del dúo de
pianistas norteamericanos Ferrante & Teicher, ellos ejecutan, virtuosamente
la canción "La Strada", compuesta por Nino Rota que fue la banda
sonora de la película de Federico Fellini (1954), que tiene el mismo nombre.
Hay recuerdos que a uno lo
renuevan. Son momentos en los que, en un mismo lugar, coexisten distintas
versiones de uno mismo, provenientes de diferentes tiempos. Es como si el
pasado, el presente y hasta mi futuro convergieran en un solo instante. Es la misma
esencia… con otro sabor, preparándonos para lo que pudiera ser.