viernes, 15 de agosto de 2025

DEL "Mi mamá me mima" al "Mar que me invento". La escritura como acto de libertad (29)


El 'mi mamá me mima' es la cuna, el primer chapuzón en el mar de las palabras. A los cinco años, el libro Coquito me dio el abecedario, un juego mecánico de sílabas y garabatos. Era un lenguaje funcional, pero en ese ejercicio monótono sucedió la primera revelación: las letras dejaron de ser simples signos para convertirse en puertas. Como cuando mi padre me soltó en las olas de Pacasmayo, entendí que el verdadero aprendizaje es un impulso inicial para luego bailar a tu manera.

 

Se dice que solo el 1% de las personas escribe literatura. No es que sean genios: son los que decidieron ver en las palabras no solo herramientas, sino ‘ladrillos de mundos nuevos’. *Coquito* me dio el alfabeto, pero fue la escritura emocional —esa que recomiendan los terapeutas, la que no juzga comas ni metáforas— la que me enseñó que podía expulsar rabia en un cuaderno o dibujar con adjetivos el olor a salitre de mi infancia. Sancho Panza al lado de don Quijote, esta escritura libre es el compañero rudo pero leal que nos prepara para lo otro: la literatura, donde lo visceral se labra con paciencia de artesano. 

Nadie escribe desde el vacío. Mis primeras frases tenían el ritmo de los cuentos que me leían, igual que mi padre, al soltarme en el mar, confiaba en que yo ya sabía flotar, porque él antes me había sostenido. Escribir es pagar esa deuda invisible: usar lo aprendido para construir algo personal. ¿Por qué resistirse? Si millones aprendimos con *Coquito*, ¿cuántos universos faltan por narrarse? Un poema sobre la tienda de la esquina, un relato de la abuela que habla con las plantas, un diario donde el insomnio se vuelve personaje. 

Instrucciones para empezar

1.Descubrir primero: Subraya frases de libros que te estremezcan. 

2. Escribir feo: Permítete textos caóticos; la literatura llegará después. 

3. Buscar tu Pacasmayo: ¿Qué paisaje, real o inventado, te hace sentir como ese niño frente al mar? 

El lenguaje no es solo para informar: es para “hacer aparecer” lo que no se puede decir en voz alta. El 99% usa palabras para navegar; el 1% restante las convierte en barcos. ¿A qué playa llegarás? 

¿Y tú? ¿Qué mundo guardas en la punta de los dedos?
 

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