martes, 3 de octubre de 2023

CUANDO EL 1% ES IGUAL AL 99%

 Nuevamente, aparece la fisura de tiempo me filtro, sé que me va a doler, pero, me dejo llevar una vez más. Por enésima vez estoy en Raizla y dentro de mi juvenil cuerpo. Esta vez, aparezco en la esquina de su sala. Está repleta de muchachos y guapas chicas. El motivo de la fiesta es el cumpleaños de su hermanita menor. La fiesta está en todo su furor “Rock your babe” hace que nos contorsionemos a todo ritmo. Han pasado varios meses desde que la había conocido en el verano. Comenzó el año escolar y ella regresó a su casa a un distrito lejos del mío. A pesar de eso, comencé a ir a visitarla, tomaba dos buses para llegar a su casa. Cada vez, la sentía más cercana, pero, era difícil estar a solas, sus hermanitos pasaban a cada rato para darnos un “ojito”. Mientras, poníamos discos conversábamos de música y yo le contaba mis historias. Pero, ahora, en la fiesta con tanta gente no me sentía muy seguro y a ella la veía diferente, más bonita e inalcanzable.

 

Vino el lento de “Bluebird” de Paul Mc Cartney, imposible desaprovechar la oportunidad de no estirar mi mano y pedirle que baile conmigo. La abrazo, muy despacito, los compases endulzan el momento y en cada uno de mis respiros bebo de su hermosura. Ahora, tengo que dar el siguiente paso, mis sienes laten, cierro los ojos (cobarde, yo) y con el temor que me está haciendo perder el paso del baile aprovecho que gira el rostro para decirle:

Tengo que decirte algo. Ha sido mi pronunciamiento más difícil y complicado que he dicho en años.

¿Qué, cosa? Su cristalina voz es diáfana y transparente su mirada tiene ese dulce color marrón que me desarma y descompagina. Ella sonríe y lo está haciendo para mí. Eso renueva mis exiguas fuerzas y uso como pista su cándida mirada para deslizar mi voz que sale del borde de mi abismo.

Tengo que decírtelo, afuera. Con esos ojos que me han capturado y el leve movimiento de su cabeza, asiente. En mi loca emoción comienzo a salir primero entre todos los invitados que llenan la sala y el comedor. Llegando a la puerta me doy cuenta de que ella va detrás, espero a que avance, mi miedo me hace descortés. La música está en su furor. Caminamos por el poco iluminado pasillo de la Quinta Raizla, para mí, es como transitar el “pasillo de la muerte” de los condenados. Llegamos al filo de la entrada, la calle está llena de carros y personas. Al fin, estamos solos, la tengo al frente, comienzo a abrazarla con mis ojos , ella…

He repasado, tantas veces, este episodio que, cada vez, que lo evoco siento que he perdido muchas escenas. El paso del tiempo ha sido un naufragio mental, estoy desesperado, porque, no logro recuperar varios de esos momentos, hago que mi cerebro intente buscar en los recónditos lugares de mi memoria y lo único que he conseguido en cada regresión es ir perdiendo detalles.  

Bueno, imagino que desean saber que sigue. Prosigo.

Su bello y perfilado rostro, de suave tez con tono marfil vainilla me enajena, está atento a lo que tengo que decir. Y, la verdad es que, tal vez, palabras más o menos le dije con mi voz que salió de lo profundo de mi alma.  

Desde que te conocí, solo, pienso en ti, tu imagen la tengo fija aquí (con mi índice señalo mi sien) sé que te tendré para siempre. No sabes la alegría que tengo cuando junto dinero para mis pasajes, ese día se hace diferente, todo es más alegre. Cuando te llamo por teléfono y van a tu casa para avisarte, tiemblo de miedo que no respondas mi llamada o me digan que no estás. Pero, cuando contestas tu voz parece canto de angelitos. Hago un silencio y despacito respiro profundo y, sin más, disparo como metralleta la pregunta.

¿Quieres estar conmigo? Mis ojos se clavan en ella, trato de adivinar por sus gestos la respuesta que no tarda en llegar.

Tengo que pensarlo, te diré en dos días. Se desploma mi castillo de ilusiones, pero, su voz tiene sabor a radiante mar y su tono de miel hace que no me sienta tan perdido.

¿No puedes darme algún adelanto?

Bueno su sonrisa me enseña el paraíso.

Tienes el 99% de que sí Mi esencia salta del acantilado de la pasión, no quiero que se termine el momento, gozo con el delirio. Me despido lo más rápido que puedo, porque, ya está acercándose el último bus. Corro, vuelo para sentarme y recordar, una y otra vez, este precioso momento, flota la pasión. Tengo el 99% de que me diga sí, tengo al mundo.

 

El bus, casi, está vacío, me siento en la última fila y me pongo a recordar las recientes escenas. En eso, mi cara se transforma cuando mi cerebro expone la posibilidad del 1%, se rasga mi alma y a mi momento se le está yendo el color. No puede ser que el 1% pueda robarme mi alegría. Conforme avanza el bus los números 99 y 1 comienzan a tener el mismo valor en la balanza de mi trémula ansiedad.  ¡No puede ser! Esto se puede acabar sin comenzar.

 

En cada visita de tiempo, cada vez, recuerdo menos y eso me mata. Aún, escucho la música que llevo, aunque, haya dejado de sonar.

¿Si vuelvo a encontrar otra fisura de tiempo?

¿Volveré a saltar?

¡Seguro que sí!

Aunque, sea por el 1%

 

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