CHILAMPA
Club Pacasmayo, 12 de Mayo 2007, En el bar
discurre la siguiente historia. “…. iban cómodamente arrellanados en la parte
posterior del expreso San José – Pacasmayo, Alberto Cruz, un turista al que
le llamaremos “el gringo” y el Cholo Tilo, reposando después de haber
degustado un rico cebiche de ancocos, como entrada y de fondo su seco de arroz
con Pato en San José, obviamente todo rociado por un generoso clarito de
Chicha. El expreso se abría paso entre la “Chilampa”, que silbaba y se enseñoreaba
de la carretera, pugnando por ingresar al automóvil, por lo que, para
guarecerse del intenso frío y la llovizna, se vieron obligados a cerrar todas las lunas.
De pronto, la atmósfera se cargó de tal manera que las lunas empañadas
por el vaho humano fueron impactadas por
un nuevo elemento, empezó a dibujar
sinuosos caminos sobre las ventanas, como si de rayos en el cielo se trataba,
un silencioso asesino en potencia había hecho su aparición, explotando cual
supernova, que rápidamente se hizo visible en las pituitarias de los ocupantes
del carro. La mezcla de los potajes norteños había generado aquel engendro, que
tuvo que salir de alguno de los tres ocupantes, para evidenciar que el proceso
digestivo estaba en el mejor de los momentos. Pero, la imperturbabilidad del
rostro de los pasajeros no demostraba que estuvieran siendo afectados por el
siniestro aroma que ahora ya debería estar por sus pulmones.
Hasta que, Alberto, que no pudo más, giró la cabeza y entrecerrando
los ojos miró al Cholo Tilo, y le espetó.
- ¡Cholo, tu haz
sido, que cochino que eres!
Tilo, mirando despectivamente, con
expresión casi colérica, dejando atrás su imperturbable y ancestral expresión
mochica, dijo:
-¡Y por que yo!, ¿acaso sólo los cholos olemos
feo? o es que los gringos sólo emiten aromas
con perfume a flores después de comer?. Dicho esto, Tilo volvió la mirada al
“gringo”, quien hasta el momento no se daba por aludido.
Alberto se quedó desconcertado por un momento, ante la respuesta. Él había
estado seguro que el causante de aquella gama de olores inéditos era el Cholo Tilo, ya que sus antecedentes así lo avalaban. Pero, la decisión y el
énfasis que había puesto en su respuesta lo hacían dudar, sobretodo el hecho de
hacerle pensar, que si los gringos también podían emitir tales olores. Y se
quedó sin responder, mientras trataba de seguir pensando entre el “aroma” y la
nueva situación,
- ¿Los gringos también huelen feo?..
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