lunes, 24 de septiembre de 2012

CHILAMPA



CHILAMPA

Club Pacasmayo, 12 de Mayo 2007, En el bar discurre la siguiente historia. “…. iban cómodamente arrellanados en la parte posterior del expreso San José – Pacasmayo, Alberto Cruz, un turista al que le llamaremos “el gringo” y el Cholo Tilo, reposando después de haber degustado un rico cebiche de ancocos, como entrada y de fondo su seco de arroz con Pato en San José, obviamente todo rociado por un generoso clarito de Chicha. El expreso se abría paso entre la “Chilampa”, que silbaba y se enseñoreaba de la carretera, pugnando por ingresar al automóvil, por lo que, para guarecerse del intenso frío y la llovizna, se vieron  obligados a cerrar todas las lunas.

        De pronto, la atmósfera se cargó de tal manera que las lunas empañadas por el vaho humano fueron  impactadas por un nuevo elemento, empezó a  dibujar sinuosos caminos sobre las ventanas, como si de rayos en el cielo se trataba, un silencioso asesino en potencia había hecho su aparición, explotando cual supernova, que rápidamente se hizo visible en las pituitarias de los ocupantes del carro. La mezcla de los potajes norteños había generado aquel engendro, que tuvo que salir de alguno de los tres ocupantes, para evidenciar que el proceso digestivo estaba en el mejor de los momentos. Pero, la imperturbabilidad del rostro de los pasajeros no demostraba que estuvieran siendo afectados por el siniestro aroma que ahora ya debería estar por sus pulmones.

     Hasta que, Alberto, que no pudo más, giró la cabeza y entrecerrando los ojos miró al Cholo Tilo, y le espetó.
-     ¡Cholo, tu haz sido, que cochino que eres!
Tilo, mirando despectivamente, con expresión casi colérica, dejando atrás su imperturbable y ancestral expresión mochica, dijo:

-¡Y por que yo!, ¿acaso sólo los cholos olemos feo?  o es que los gringos sólo emiten aromas con perfume a flores después de comer?. Dicho esto, Tilo volvió la mirada al “gringo”, quien hasta el momento no se daba por aludido.

      Alberto se quedó desconcertado por un momento, ante la respuesta. Él había estado seguro que el causante de aquella gama de olores inéditos era el Cholo Tilo, ya que sus antecedentes así lo avalaban. Pero, la decisión y el énfasis que había puesto en su respuesta lo hacían dudar, sobretodo el hecho de hacerle pensar, que si los gringos también podían emitir tales olores. Y se quedó sin responder, mientras trataba de seguir pensando entre el “aroma” y la nueva situación,
- ¿Los gringos también huelen feo?..  


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