sábado, 31 de mayo de 2025

LA CONVERSACIÓN COMO LEGADO: LA MESA FAMILIAR


COLUMNA SEMANAL "La Conversación como Legado: La Mesa Familiar". https://diarioviral.pe/.../la-conversacion-como-legado-la... ¡Donde el tiempo se detiene y las historias cobran vida!

Un bisabuelo de 95 y una bisnieta de 7 demuestran que las historias compartidas son el verdadero legado. Descubre por qué "en la mesa no se envejece". Un recordatorio de que los ausentes nunca se van del todo cuando sus historias siguen vivas.

Es tiempo de apagar el celular y encender la conversación.

La Conversación como Legado: La Mesa Familiar

En nuestro almuerzo dominical, cada detalle es un ritual sagrado: los asientos que guardaban memoria de quienes ya no estaban, los cubiertos que alguna vez sostuvieron manos, ahora ausentes. Mi padre, de 95 años, preside la mesa como bisabuelo es un patriarca sereno, Sus palabras, lentas pero cargadas de peso, aún llevaban ese no se discute de cuando éramos niños. Morgana -la bisnieta de 7 años- sorprende a todos al relatar con precisión las anécdotas familiares, interrumpiendo a veces para corregir un detalle olvidado: ‘No “abu”, primero fue el “calaverita”, después el tío Infantes’. Su voz aguda, cargada de una seguridad que desafía sus pocos años, teje el puente más improbable: entre los 95 años del bisabuelo y su floreciente infancia.

Los italianos tienen razón al decir ‘a tavola non si invecchia’ —en la mesa no se envejece—. No es que el tiempo se detenga, sino que, en ese espacio sagrado conviven todas las épocas: el bisabuelo que cuenta, la bisnieta que aprende, y los que ya no están, pero cuyas risas y dichos aún resuenan cuando alguien dice ‘el tío Mauro, siempre iniciaba sus cuentos diciendo: en los años 20 y la tía le decía ‘cambia de año, por favor’ o ‘Mamá preparaba el tallarín saltado como ella sola’.

Como escribió la filósofa Hannah Arendt, ‘el mundo se mantiene vivo a través de las historias’. Y la neurociencia lo confirma: estudios de la U. de Princeton revelan que estas conversaciones activan las redes cerebrales de la memoria y la empatía, tejiendo un puente entre generaciones. 

En un mundo que corre sin pausa, estos almuerzos son nuestra resistencia. Donde los platos se comparten, las historias se heredan, y los ausentes siguen teniendo lugar. La próxima vez, que se sientan a comer, apaguen el celular. Pregunten por esa historia repetida mil veces. Y si hay un niño cerca, déjenlo interrumpir: está aprendiendo a ser el próximo narrador. Él mantendrá viva la llama de quienes ya no están, pero que, en la mesa familiar, nunca se van del todo. 

#Legado #Familia #Historias #MesaSagrada #Conectar

 


sábado, 24 de mayo de 2025

CUANDO EL CUERPO TOMA LA PALABRA: ES SABIDURIA MÁS ALLÁ DE LA RAZÓN

Cuando el cuerpo toma la palabra: Es sabiduría, más allá de la razón


COLUMNA SEMANAL "Cuando el cuerpo toma la palabra:https://diarioviral.pe/opinion/cuando-el-cuerpo-toma-la-palabra-es-sabiduria-mas-alla-de-la-razon-42374. Es sabiduría, más allá de la razón"
Estaba mal acompañado por un día de fiebre y garganta irritada, siguiendo mi rutina automática… hasta que la música de Santana entró en mí. Sin planearlo, mi cuerpo bailó. No fue un acto de voluntad, sino de vida.
En esta columna, reflexiono sobre cómo el cuerpo sabe lo que la mente ignora: desde el Wu Wei taoísta hasta el élan vital de Bergson, pasando por Nietzsche, Camus y Sartre. No somos solo razón; somos carne que siente, que baila, que recuerda su existencia incluso cuando la mente se pierde en el ruido del mundo.
¿Te ha pasado? ¿Tu cuerpo ha tomado la palabra cuando menos lo esperabas? Te invito a leer (y a escuchar esa sabiduría silenciosa que late bajo la piel). 👇
🔗 https://diarioviral.pe/opinion/cuando-el-cuerpo-toma-la-palabra-es-sabiduria-mas-alla-de-la-razon-42374
#CuerpoYMente #FilosofíaDeVida #SabiduríaCorporal

martes, 20 de mayo de 2025

¿ORIGINAL O EVOLUCIÓN?

 ¿AUTÉNTICO O ADAPTADO?

https://diarioviral.pe/opinion/autentico-o-adaptado-42041



La batalla entre la tradición y la evolución en nuestro paladar y memoria

Jacinto, pacasmayino nato, frunce el ceño ante el cebiche limeño: ‘En mi puerto, el verdadero cebiche, jamás llevó culantro ni kion. Esto son inventos modernos’. Su reclamo, aparentemente sencillo, revela una paradoja profunda: aquello que él defiende como 'original' fue, en su tiempo, una innovación.



En los años 50, el cebiche de Pacasmayo se preparaba con los ingredientes locales. Hoy, la migración y el comercio global han traído nuevos elementos. ¿Es esto una traición o la evolución natural de una tradición viva?

Investigaciones de Stanford revelan que los sabores de la infancia forjan conexiones neuronales intensas. Probar una versión modificada de un plato familiar no solo afecta nuestro gusto, sino que desafía nuestra identidad. Un estudio revelador de la Universidad de Lima (2023) halló que el 68% de los peruanos vincula ciertos sabores con su pertenencia. Alterarlos se siente como una amenaza a la memoria colectiva. "Defender una receta 'original' es defender un fragmento de nuestra historia personal", explica la antropóloga Carla Díaz.

Nos resistimos a aceptar que el ají de gallina surgió del mestizaje culinario y la lúcuma en postres es fruto del encuentro de culturas. Mientras, Jacinto defiende su cebiche ‘puro’, la realidad nos muestra que toda tradición fue, en su origen, una innovación. El cebiche precolombino se hacía con tumbo, no con limón. La papa a la huancaína primigenia llevaba queso fresco, no el queso amarillo actual. Paralelamente, migrantes peruanos en Tokio crean versiones del cebiche con el dashi.

Como escribió Octavio Paz: ‘La tradición no es adorar las cenizas, sino mantener viva la llama’. Aprendamos del eterno mar de Pacasmayo, siempre el mismo en el abrazo con sus olas que se renuevan una y otra vez.

Cuando el espejo miente y la sabiduría no alcanza

Cuando el espejo miente y la sabiduría no alcanza


Cuando el espejo miente y la sabiduría no alcanza

Estaba con Juan, los dos con más de seis décadas encima, exhaustos al borde de la canchita de fulbito. Entre sorbos de agua y bromas ácidas, enumeramos lo que el tiempo nos robó: velocidad en las piernas, pelo en la cabeza, respeto en la mirada de los jóvenes. Hasta mis propios amigos de la universidad no me reconocieron en una reunión —confiesa Juan—. Dijeron que ya no era el galán de antes. Leí en una obra de Eduardo Congrains que dos grandes amigos comenzaron a envejecer... uno de ellos, se vació los ojos para recordarse siempre jóvenes. Eran Demócrito e Hipócrates.

Lo miro sorprendido. ¿Arrancarse los ojos? ¿Para no ver cómo el tiempo desdibuja los rostros queridos?  ¿Para fijar en la mente la imagen eterna de la juventud?

Ese gesto brutal me hace reflexionar: ¿por qué tememos tanto envejecer? ¿Por qué, incluso hoy, hay quienes arriesgan su vida para parecer más jóvenes?

Demócrito se arrancó los ojos para negar la decadencia física y “ver” más, por eso, propuso la teoría atómica. Hoy, en cambio, “nos arrancamos arrugas con ácido hialurónico” para negar lo mismo, pero sin buscar sabiduría. 

Vivimos en una cultura que idolatra la imagen. Lo bello es joven, y lo viejo se vuelve invisible. La vejez —que antes era respeto— hoy incomoda, se esconde, se maquilla. Se olvida que, los años, traen sabiduría, calma y la libertad de no tener que demostrar nada. Un estudio de la Universidad de Yale (2022) reveló que el 73% de adultos mayores sienten que son invisibles en espacios públicos. En Japón, los ancianos superan el 30% de la población, se les venera; en Occidente, se les esconde en “residencias”. 

Quizás, como Demócrito, haya que cegar los ojos del cuerpo para abrir los del alma. O quizás, baste con aprender a mirar diferente. Ver la belleza en lo vivido, en lo que permanece cuando todo lo demás cambia.

Porque, hay amistades que, aunque el tiempo las desgaste, siguen jugando el mismo fulbito de siempre. Solo que ahora, los goles se celebran con carcajadas o recuerdos.

El aula del futuro: inteligencia artificial y el nuevo rostro de la humanidad

El aula del futuro: inteligencia artificial y el nuevo rostro de la humanidad



 El aula del futuro: Inteligencia artificial y el nuevo rostro de la humanidad

En una escuela de China, los niños no inician el día con libros, sino colocándose cintillos con sensores cerebrales. Estos dispositivos miden su atención en tiempo real. El profesor ve los resultados al instante, y también los padres, a través de un chat. Así nace una nueva era educativa: el aula inteligente, o quizá el aula vigilante.

 La IA en la educación altera la formación infantil, al influir en el desarrollo social, moral y neurológico del cerebro, planteando interrogantes sobre el impacto de un aprendizaje medido algorítmicamente. China ha apostado por formar desde la infancia a ciudadanos familiarizados con la IA, preparados para liderar en automatización, robótica y aprendizaje automático. Una generación que no solo use la tecnología, sino que piense desde ella. Mientras tanto, países como Francia han optado por restringir celulares en las aulas. Otros limitan el uso de pantallas para proteger la atención, fomentar la lectura y cuidar la niñez.

 Pero ¿será suficiente en un mundo donde la IA ya es parte de la estructura del futuro?

 Se está formando una brecha generacional: entre los que crecen con tecnología educativa avanzada y los que no. ¿Estarán mejor preparados unos, o los otros habrán evitado una educación reducida a datos y estadísticas?

 La IA educativa personaliza el aprendizaje, pero privatiza la humanidad: optimiza rendimientos mientras erosiona empatías. El verdadero examen no será de conocimientos, sino de qué sacrificamos en el altar del algoritmo.



Nos acercamos a un momento clave. Las nuevas generaciones no aprenderán sobre IA, crecerán dentro de ella. La cuestión no es si permitirla, sino cómo integrarla sin perder lo esencialmente humano.

El aula del futuro no será una escuela, sino una fábrica de humanos 2.0. Nuestra misión: asegurar que la esencia humana sobreviva a la revolución algorítmica.

LA PARADOJA DEL CAMINO DESCONOCIDO

 La Paradoja del Camino Desconocido




Llegaba a casa como siempre y, de pronto, este pensamiento irrumpió, como un destello: "Para ir a un lugar que no conoces, debes ir por el camino desconocido”. Venía de regreso de una clase en la “Escuela de Narración Oral de Françoise Vallaeys”, curso en el que me inscribí precisamente para navegar en aguas desconocidas, probarme en un arte distinto y mantener la mente fresca.

Y ahí estaba la paradoja: justo porque había elegido lo nuevo, esa frase resonó con tanta fuerza. Era como conversar con Heráclito, quien sentenciaba: "Nadie se baña dos veces en el mismo río", o escuchar el susurro de Kierkegaard: "La vida solo puede entenderse hacia atrás, pero debe vivirse hacia adelante".

El cerebro se resiste a lo nuevo, prefiriendo la comodidad de la “inercia cognitiva”. Vivimos atados a las rutinas, en “piloto automático”: por la mañana, lo primero es revisar el celular; tomamos la misma ruta al trabajo; respondemos automáticamente “Estoy bien”, aunque no sea del todo cierto.

La neuroplasticidad solo se activa con lo novedoso. Por eso, hace tiempo que saboteo mi propia inercia. Ahora, a veces, me visto empezando por los zapatos, en lugar de la camisa o el pantalón. ¡Una tontería, dirás! Pero ese pequeño cambio de orden altera ligeramente la secuencia automática grabada en mi cerebro. Exploro calles nuevas; ayer, al perderme deliberadamente, encontré un café desconocido. Sentado, me cuestioné: "¿Hago esto por costumbre o por elección?".

En la incomodidad inicial de probar algo distinto, sé que encontraré un camino gratificante, así como al volver a ser principiante en un curso, al escuchar en lugar de criticar, o al escribir a pesar del miedo.

La inercia nos susurra: "Quédate aquí, donde estás seguro". Pero las mejores historias nacen cuando nos atrevemos a salir del guion.

Sigo caminando, mientras me pregunto: ¿Qué otro sendero desconocido puedo tomar?

LAS PANTALLAS Y EL CEREBRO

 Pantallas y cerebro: ¿una relación tóxica?

ttps://edicion.diarioviral.pe/edicion-12-4-2025 Pag. 15




En la era digital, las pantallas se han convertido en una extensión de nuestro cuerpo: Vivimos pegados a pantallas, pero la ciencia alerta sobre su impacto cerebral:  Las miramos al despertar, mientras trabajamos, e incluso antes de dormir. Pero ¿qué le hace esta exposición constante a nuestro cerebro? La neurociencia revela efectos profundos —y preocupantes— en la cognición, las emociones y hasta en nuestra estructura cerebral.

Las pantallas nos bombardean con estímulos simultáneos (notificaciones, videos, chats), favoreciendo la atención parcial continua, un estado en el que el cerebro salta entre tareas sin profundizar en ninguna. Según estudios del Massachusetts Institute of Technology, esto reduce la capacidad de concentración en un 40% y agota la corteza prefrontal, área clave para la toma de decisiones y el pensamiento crítico.

Cada like o mensaje activa el sistema de recompensa cerebral, liberando dopamina —el mismo mecanismo de las adicciones—. Investigaciones de la Universidad de California muestran que los usuarios compulsivos de redes sociales presentan patrones neuronales similares a los de dependientes a sustancias, con craving (ansia) cuando se desconectan.

"La luz azul de las pantallas inhibe la melatonina, retrasando el sueño REM (clave para memoria y emociones), dejando el cerebro más cansado y vulnerable al estrés (Nature). En niños, el exceso de pantallas perjudica el desarrollo: retrasa el lenguaje (por falta de interacción real) y reduce el autocontrol (al debilitar zonas cerebrales que gestionan la impulsividad). La OMS recomienda evitarlas antes de los 2 años."

Cómo protegerse 

Pausas: 30 minutos sin pantallas cada 2 horas. 

Modo nocturno: activarlo de noche. 

Priorizar lo analógico: conversaciones sin móviles, deporte, naturaleza. 

El cerebro se adapta, pero necesita límites. ¿Estamos usando las pantallas o ellas nos usan a nosotros?  

EL MUSEO DE LAS SOMBRAS PERFECTAS





El museo de las sombras perfectas

El Museo de las Sombras Perfectas

Un domingo cualquiera, Clara abrió Instagram por enésima vez. Su mente registró, una tras otra, las vidas perfectas de los demás:

   Ana, sonriente con un atuendo que desbordaba glamur.

   Carlos tomando café en un restaurante exclusivo.

Clara miró su pantalla: un selfi tomado tras seis intentos, el filtro suavizando sus ojeras. —¿Por qué mi vida no luce así? —pensó, borrando por segunda vez el borrador de su historia. No quería mostrar su pequeño cuarto, su café instantáneo ni, mucho menos, la soledad de su domingo.

Lo que Clara ignoraba era que Carlos había pedido aquel café, solo para la foto, dejándolo intacto por su precio exorbitante. Y que Ana había llorado antes de lucir aquel atuendo, tras descubrir la infidelidad de su novio.

Todos eran actores en el mismo juego: exhibir lo que no eran.

—Si no publico ¿existió? Bromea la gente, pero en el fondo, lo creen.

El cerebro de Clara, como el de todos, está programado para compararse. Cada "like" activa su corteza prefrontal, haciéndole creer que la aprobación es oxígeno, y los filtros engañan a su amígdala cerebral, distorsionando su realidad.

—Pero, si todos saben que es mentira, ¿por qué seguimos haciéndolo?

En una esquina, Sartre observaba la escena, murmurando: "El infierno son los otros". No por maldad, sino porque vivimos esclavizados por sus miradas.

Un martes, Clara publicó una foto sin filtros: rostro cansado, café instantáneo. El pie de foto: “Hoy, solo soy yo”.

Para su sorpresa, fue su publicación más comentada.

   Gracias por ser real, escribió alguien.

   “Me pasa igual", confesó otro.

Nietzsche, junto a Jean Paul, comentó: Tienes que caerte para descubrir que siempre estuviste parado en el suelo.

Clara siguió usando redes, pero ya no vivía para ellas. Comprendió que:

  • La ropa cara no otorga confianza, sino deudas.
  • Los filtros no borran las arrugas, sino la verdad.

Porque, al final, lo único que realmente existe es lo que nunca se publica.

lunes, 19 de mayo de 2025

EL CORAZÓN ROTO: CUANDO EL DOLOR SE VUELVE ANATOMÍA

 El corazón roto: cuando el dolor se vuelve anatomía.

https://edicion.diarioviral.pe/edicion-5-4-2025 🔍Pag. 15







Hay un instante en que el pecho parece desgarrarse. No es metáfora: es el síndrome del corazón roto, una herida que la ciencia nombra cardiomiopatía de Takotsubo y el amor, "corazón hecho pedazos". Las neurociencias revelan que el cerebro, ante una pérdida afectiva, activa la misma red neuronal del dolor físico. El hipotálamo desata una tormenta de adrenalina, el ventrículo izquierdo del corazón se aturde y deforma, como un puño que se cierra hasta ahogarse.

Cuando Raúl vio a Lina, su amada, con Oscar, su rival, sintió ese frío que quita la vida. El dolor se alojó en su pecho, mientras el cortisol y la adrenalina inundaban su sangre, la serotonina se esfumaba y el sistema nervioso simpático convertía cada recuerdo amoroso en un electroshock. La amígdala, encargada del miedo, disparó señales de terror. Su corazón, confundido por el caos hormonal, bailó desacompasadamente el vals "Infiel" de Carmencita Lara. No se quebró, pero se contrajo en espasmos silenciosos, como el ave que musita enjaulada.

Al día siguiente, en el hospital, el médico habló de "cefalea emocional" y "arritmia por estrés". Raúl insistía en el dolor en el pecho, pero los exámenes mostraban la verdad: su músculo cardíaco tenía la forma de takotsubo, esa vasija japonesa que atrapa pulpos.

¿Cómo explicar que un órgano se encoja como un animal acorralado?

El cuerpo es sabio. La neuroplasticidad demuestra que, tras seis semanas, las dendritas reconectan rutas alternativas. El Takotsubo es temporal, un molde de dolor que, al secarse, renace con vitalidad.

El síndrome del corazón roto denota que el amor no habita solo en metáforas: se hace tangible. Una caricia activa la corteza somatosensorial; un rechazo, la ínsula y el cíngulo anterior. Quizás por eso, cuando Raúl escuchó tiempo después “su canción” en la radio, ya no sintió el pecho oprimido. Solo un ligero hormigueo, como de raíces creciendo bajo tierra o ¿cenizas?

EL OLVIDO Y LA MEMORIA, CUANDO PREOCUPARSE

El olvido y la memoria, cuando preocuparse

Olvidar es normal, pero cuando los olvidos afectan la rutina diaria, pueden ser una señal de alerta. Olvidar dónde dejamos las llaves o una palabra ocasional es parte de la vida. Sin embargo, cuando los olvidos comienzan a interferir con nuestra rutina—como no pagar facturas, perderse en lugares conocidos o repetir constantemente las mismas preguntas—podrían ser indicios de algo más serio, como el Alzheimer u otra forma de demencia.

Factores que afectan la memoria

El estrés y la ansiedad son enemigos silenciosos de la concentración y la memorización. Dormir menos de ocho horas, afecta la capacidad del cerebro para consolidar recuerdos. Una dieta inflamatoria, cargada de comida chatarra y preservantes, dañan la función cerebral. Además, antes de pensar en demencia, es crucial descartar la depresión como causa de los olvidos.

Consejos para mejorar la memoria

Para mantener una buena memoria, es fundamental organizarse, estimular la mente con actividades como juegos y variar rutinas. Llevar una vida activa, socializando y haciendo ejercicio, adoptar hábitos saludables como una dieta equilibrada, dormir ocho horas y reducir el estrés.

¿Cuándo consultar al médico?

Si los olvidos son frecuentes y comienzan a afectar significativamente la vida diaria, es importante buscar ayuda profesional. La demencia no solo afecta la memoria, sino también habilidades como el lenguaje, la orientación y la capacidad para resolver problemas.

Conclusión
Los olvidos son parte natural de la vida, pero no debemos subestimarlos, especialmente si afectan nuestro día a día. Cuidar la memoria es esencial, no solo nos conecta con el pasado, sino que nos guía hacia el futuro. Adopta hábitos saludables y mantén la mente activa. La memoria es un puente entre tu pasado, presente y futuro.

¡Cuida tu cerebro, cuida tu vida!

LA LECTURA EN LA ERA DIGITAL

La lectura en la era digital


La lectura es un acto dinámico. Cada lector construye significados a partir de sus experiencias, emociones y conocimientos. Un texto no tiene un sentido único; su interpretación cambia con cada lectura, porque el lector evoluciona. Sin embargo, en la era digital, este proceso enfrenta un desafío sin precedentes: la sobreabundancia de información en redes sociales y plataformas virtuales, donde lo falso y lo poco confiable compiten por nuestra atención. El lector moderno, inundado de datos, a menudo no verifica lo que lee, reduciendo la lectura a una aceptación superficial y diluyendo su profundidad.

Históricamente, la escritura evolucionó desde simples registros de cuentas hasta sistemas complejos que plasmaron tradiciones, leyes y literatura. La invención de la imprenta democratizó el conocimiento, permitiendo que la lectura se convirtiera en un acto autónomo y reflexivo. Pero hoy, en la era de las redes sociales, esa autonomía se ve amenazada. Los algoritmos priorizan contenido sensacionalista, y la lectura reflexiva parece estar siendo desplazada por una lectura rápida, fragmentada y, en muchos casos, acrítica.

El autor no es el dueño absoluto del significado de su obra; esta adquiere vida propia cuando es interpretada por los lectores. Pero, en el contexto actual, esa interpretación corre el riesgo de ser superficial o errónea si el lector no cuestiona la veracidad de lo que lee. Tiene el derecho de otorgar nuevos significados, pero también la responsabilidad de acercarse al texto con espíritu crítico.

En un mundo inundado de información poco confiable, la lectura debe ser más que un acto de interpretación; debe ser un acto de discernimiento y responsabilidad. La era digital nos ha dado acceso a más información que nunca, pero también nos exige leer con profundidad, crítica y reflexión. La elección es nuestra: ser lectores pasivos o asumir el desafío de leer con responsabilidad.

CUANDO EL CEREBRO PREFIERE GUARDAR BESOS Y NO NOMBRES

Cuando el cerebro prefiere guardar besos y no nombres Cuando el cerebro prefiere guardar besos y no nombres Anoche, en un café con aroma s...