LAS PALABRAS PODRÍAN MODIFICAR NUESTRA FORMA DE PENSAR
Sentado en el abonecible parque del Recreo contemplaba las estatuas de las estaciones de esta fuente de mármol (antes ubicada en la plaza de armas), rodeado de libros que hablan del romanticismo de este icónico lugar donde viejos romances enamoraron a los añejos ficus, pensé en escribir estas líneas.
LAS PALABRAS, NO SOLO TRANSMITEN MENSAJES, NOS DAN ENERGÍA Y PUEDEN MODELAR NUESTRA MANERA DE PENSAR
“En un día de intenso tránsito, la hora avanza implacable y las personas están ansiosas por llegar a sus destinos, los chóferes aprovechan cada resquicio para “meter” el carro y avanzar más rápido. En eso, dos conductores, por una mala maniobra de uno de ellos, casi chocan. El tránsito se detiene, los cláxones gritan su desesperación. Uno de los conductores —al que casi lo impactan— se baja y va, directamente, hacia el carro que invadió su carril y …”
Imagino que ustedes saben lo que sigue:
Palabras de grueso calibre, maldiciones y nefastos deseos contra el otro conductor, que, obviamente, contestará e intentará eludir su responsabilidad, etcétera. Ambos tendrán un pésimo día y, es muy posible, contagiarán toda esa mala energía que brotó de las PALABRAS NEGATIVAS que ellos escogieron pronunciar.
Por un momento, imaginemos que el conductor que se levantó y se dirige hacia el otro, le dice:
—Alguien arriba nos está cuidando —seguramente, el otro conductor quedará anonadado y su cerebro comenzará a procesar pensamientos positivos que reemplazarán a los que tenía preparado para defenderse. Al usar PALABRAS POSITIVAS encontraremos más energía, vivacidad, imaginativos para resolver las situaciones complicadas, estaremos más alertas y comenzaremos a ver parte de un mundo que nos estamos perdiendo.
No todo debe ser agravio, violencia, rabia, asco (las emociones más primitivas) estas priman sobre la racionalidad, sobre todo, no dejan que aflore nuestra sensibilidad humana.
Al tomar conciencia de nuestro lenguaje reconoceremos a las palabras positivas, aprenderemos a utilizarlas y a regular nuestras emociones, así, podremos escoger las mejores palabras; una vez logrado esto, tendremos la habilidad lingüística para relacionarnos mejor con nosotros mismos y con los demás. Habremos desarrollado competencias que nos volverá más tolerantes y podremos solazarnos con la enorme dicha de estar vivos, disfrutar lo que nos rodea, respetar al otro, en definitiva ser más humanos.