06-10-2006
ANITA
Mamá ya está en casa, nuevamente. Ha
retornado del hospital, pero ya no puede caminar. Estábamos en la sala, ella
sentada en la silla de ruedas que no le agrada, cubierta con su capita ploma y
roja y los pies bien abrigaditos con una mantita roja, conversamos y hacemos
recuerdos de Cocachacra. Hablábamos sobre la Sra. Gaby Valdivia y su esposo
Raúl Valencia, muy formalito él, incapaz de vociferar – mamá lo define como una
persona muy noble-
En cierta ocasión en que papá y mamá habían
sido invitados a almorzar en casa de la Sra. Gaby, papá había llevado su
acordeón y estaba amenizando la reunión con valses y tangos. Cuando de pronto, la Sra. Gaby se acerca y
riéndose desenfadadamente se dirige hacia mamá y le dice entre risa y risa, que
su esposo antes había tenido una enamorada de nombre Anita y que papá acababa
de preguntarle delante de todos “si le gustaba Anita” – refiriéndose al
Vals “Anita”, como un cumplido ya que se encontraba en casa del anfitrión y
quería agradarle interpretando una canción de su preferencia – claro está, papá
no sabía de las andanzas juveniles de Raúl-
Don Raúl que de por sí era colorado, su tez
rojiza en encendió, parecía que iba a estallar debido al comentario de su
esposa. Quien añadió que en cierta ocasión, la mencionada Anita, se
había referido a ella como un montón de carnes – haciendo alusión a la
robusta figura maternal de la Sra. Gaby. Por lo que se deducía que la fémina no
era de su agrado precisamente.
Mi madre sonreía al contar la anécdota y yo
la contemplaba feliz al ver que su cara se iluminaba. Cuatro días después, mamá
por primera vez nos abandonaría para siempre.
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