jueves, 6 de noviembre de 2025

NUESTROS FATÍDICOS 15 MINUTOS: La vida en la encrucijada (41)

**Nuestros Fatídicos 15 Minutos: La Vida en la Encrucijada**

En el café de la esquina cada semana escucho historias que tienen ese tinte filosófico. Como la de mi vecina Patty, arquitecta meticulosa que aceptó una jefatura por presión familiar. Sus "15 minutos de gloria corporativa" duraron tres meses, dejándole insomnio y ansiedad. Al escucharla, recordé a mi primo Lalo, ingeniero sistemático que transfirió sus ahorros a un falso ejecutivo bancario. 

Estas decisiones impulsivas que luego lamentamos comparten una causa neurocientífica: en momentos de alta presión, nuestra amígdala (centro emocional) secuestra la corteza prefrontal (nuestra voz racional). Son esos "15 minutos de vulnerabilidad" donde el piloto automático anula al piloto experto.

Mi amiga Marlene vivió su versión en un romance adolescente. Cediendo a los ruegos de su novio y a sus propias emociones, tuvo una relación sexual sin protección. Esos minutos de intimidad, guiados más por el deseo y la presión que por la razón, resultaron en un embarazo que transformó completamente su proyecto de vida.

Estos momentos críticos han proliferado en el ámbito digital. Mi sobrino Álvaro, un universitario que se presume hábil con la tecnología, hizo clic en un enlace que ofrecía un "iPhone gratis" y en segundos comprometió todas sus cuentas. Sus breves minutos de descuido le costaron semanas recuperando sus redes sociales y su tranquilidad.

Los estoicos enseñan un antídoto crucial: existe una pausa vital entre lo que nos sucede y cómo respondemos. En ese breve espacio practicamos la "prosoche" (atención plena). Como decía Epicteto, no son los hechos sino nuestra interpretación lo que nos afecta.

La próxima vez, que sientas esa urgencia irremediable, respira hondo tres veces. Recuerda que esos 15 minutos de gloria efímera, de terror irracional o de placer inmediato pueden determinar años de tu vida. La verdadera madurez consiste en reconocer nuestra humanidad frágil y actuar con la serenidad de quien sabe que cada instante contiene una eternidad de consecuencias.


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