miércoles, 11 de enero de 2023

LA ÚLTIMA CHUPADA DEL MANGO

 ********** LA ÚLTIMA CHUPADA DEL MANGO *********

Comer un mango con las manos y no ensuciase en la apetitosa empresa requiere de arte, estilo y de una pulcra ingestión de este agradable fruto, casi, como hacer una precisa incursión en campo minado. Es una ristra de explosivas sensaciones en boca y golosas emociones que sacuden el cerebro en cada paso de este quirúrgico proceso.
La voluptuosa forma redonda es el primer atractivo, el color amarillo de su encandiladora madurez es embriagador, lo sostengo por la base con cuatro dedos lo giro y quedo enajenado. No me resisto y voy al ataque, hinco mis dientes en la turgente piel del mango debo hacerlo con la sutileza del amante cuando muerde los labios de la amada. Esa primera interacción es vital, de este momento depende que el placer se extienda hasta la última chupada del mango.
—¿Por qué, la última chupada del mango?
Seguimos con el mango, sorber la pulpa del exquisito fruto es como obtener su esencia y sus dulces secretos, el arrobamiento lleva a que sigamos posesionando los incisivos en sus carnes, pero, hay que hacerlo lentamente con la suavidad de la caricia que enerva y estimula al nirvana. Abrazar su fragancia es un paso que no debemos dejar de lado, casi, como libar el aroma del cuello de una amante. Ir comiendo su regia envoltura es como desvestirla de sus pretensiones debe hacerse con singular parsimonia para evitar que su dulce secreto resbale por su piel y se nos escape el placer de saborearla toda. Ahora, que ya hemos disfrutado con más de la mitad de sus rotundas partes hay que proceder con sumo cuidado. Estamos llegando al clímax del deleite, con la precisión del experto

orfebre hay que ir girando y sosteniendo lo que resta del mango con las yemas de tres dedos; esto, requiere la experiencia de un experto amante de lo frutos y si son tropicales con mayor razón aún. Suavemente y como si la vida nos fuera en ella activemos la lengua y los incisivos con delicada cadencia arranquemos la pepa de su base y la vamos acomodando de acuerdo con nuestras pretensiones en nuestra ansiosa boca y sigamos libando el dulce licor de su húmeda carnosidad.
La pepa debe ir rotando por toda nuestra cavidad bucal, paladar, papilas gustativas se abrazan con la tersura del mango sin dejar de seguir enamorados de su aroma. Al final, dejamos caer la pepa a un lado y nos queda la última parte, la base. Debe ser la exitosa culminación de esta intrépida aventura dulce y golosa, hay que preparar al cerebro para el éxtasis final y produzca un verdadero “encore”. El último mordisco al mango es una delectación, casi, divina.
Hay, muy pocas, cosas en la vida que pueden detentar el honor de ser “la última chupada de mango”.

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